Sus voces resultan muy familiares, y ello se debe a que este año cumplen tres décadas en las ondas. Las carreras profesionales de Diana Font y Miquel Àngel Pons guardan ciertos paralelismos, como que ambos crecieron en Ferreries y cuentan a sus espaldas con una trayectoria profesional que se han forjado a base de mucho trabajo. Comentan ambos que tienen una cena pendiente para celebrar los 30 años dedicados a la profesión.
Dice Font que el mundo de la radio no entraba en un principio entre sus planes. «Mi madre era locutora, y yo no quería seguir ese camino», comenta la periodista, a quien no le cuesta reconocer que entró en el mundo radiofónico por un desafío. Fue una amiga la que le retó a presentarse a una prueba, y Font recogió el guante.
Así, tras una pruebas de selección acabó colaborando con la hoy en día desaparecida Radio 80, para poco a poco hacerse con las riendas del programa «El Domingón». Tras un breve paréntesis profesional, volvió rauda a la llamada de la radio para continuar por una carrera que siguió desarrollando en Antena 3, Última Hora Radio, Radio Es Castell y Onda Cero, delegación que dirige hoy en día en Menorca junto a Europa FM. «La radio es lo más bonito del mundo y todavía hoy en día sigo sintiendo mariposas en el estómago cada vez que me pongo frente a un micrófono», confiesa la locutora.
Por su parte, la trayectoria de Pons ha permanecido siempre bajo la firma de la Cadena Cope, a la que ha estado ligado de forma ininterrumpida desde 1984. Aunque su idilio con las ondas se remonta a unos años antes, cuando junto a unos compañeros se ocupaba los fines de semana de un programa que trataba sobre el mundo de los radioaficionados.
Todo cambió el día que recibió la llamada del director de la emisora, Josep Cabrinetti, y se incorporó a la familia de la Cadena Cope, entonces Radio Popular. Confiesa el responsable del magazine matinal que en los estudios ha hecho de todo excepto informativos, y recuerda con nostalgia aquellos inicios en los que prestaba su voz a los espacios de discos y canciones dedicadas, un clásico de la radio de aquellos años.
Al igual que su colega Font, con quien siempre ha reinado el compañerismo, Pons confiesa que la radio le «sigue emocionando» y le parece «un trabajo muy divertido» Ambos han sido testigos de la evolución tecnológica de un medio en el que comenzaron a trabajar con cartuchos y ahora dependen por completo de los ordenadores. Los dos son conscientes de las dificultades que vive un sector, al igual que otros campos de la comunicación, pero son optimistas sobre el futuro de una profesión que, más que eso, se ha convertido en un estilo de vida.