Todo el mundo crece con una colección de canciones como referencia, y Los Secretos también tienen la suya, a la que han puesto por título «Algo prestado» y con la que de alguna forma nos descubren las raíces del que es uno de los grupos claves de la historia de la música pop en castellano. El próximo viernes y sábado actuarán en la sala Akelarre de Maó, un concierto para rendir tributo a sus héroes musicales y, de paso, recuperar un buen puñado de hits propios.
¿Lleva la cuenta de cuántas veces han actuado en Menorca?
— Diría que la próxima será la quinta. La Isla nos encanta. He veraneado allí algunas veces y tengo un recuerdo maravilloso, y no solo en lo que se refiere al paisaje, sino también en lo que toca a la gente… y lo bien que se come. Me acuerdo de unas abarcas que compré allí hace años, que todavía las uso y están como nuevas. Mi recuerdo es ideal, y no voy todo lo que quisiera porque en verano nos toca trabajar...
Una suerte en los tiempos que corren...
— Ya lo creo. Estamos en una época en la que ya no se venden discos y no se generan derechos de autor. Internet ha venido pisando fuerte y no tenemos una legislación muy clara acerca de cómo tiene que repartirse lo que ahí se genera. Las empresas grandes arrojan cifras de beneficios millonarias todos los años y luego estamos los músicos... está todo muy mal repartido. Ya no se venden discos desde que en 2006 empezó a caer todo en picado. Hay una generación entera, la que ahora tiene 15 años, que ya no ha conocido lo que es comprar discos.
Ellos se lo pierden...
— El otro día, en una reunión de propietarios, un vecino me ensañaba orgulloso un ordenador con cientos de canciones. Y yo pensé, esto es como si él fuera joyero y yo le mostrara material robado. Con las nuevas tecnologías, cuando van muy deprisa, a veces es imposible que la legislación siga el ritmo, pero con el tema de la música, el cine y los productos audiovisuales en internet nos han matado.
Menos mal que no les faltan fechas para salir a la carretera...
— Sí, porque el cambio de modelo nos ha afectado mucho; antes podíamos llegar a vender 150.00 discos. Ahora han desaparecido dos tercios de los ingresos que mueve una industria. Y lo que no vale es lo de «todo el mundo a la calle y voy yo solo», hay que mantener una cierta dignidad estética y técnica: no puedes salir de gira sin un técnico de luces, por ejemplo, esas cosas desmejoran el show. Tenemos que tocar mucho porque llevamos mucha gente en el equipo.
A pesar de la coyuntura, Los Secretos siguen sacando discos, y llegan a la Isla con uno titulado «Algo prestado»...
— Sí. Surgió como la parte de un proyecto con dos caras. Nosotros, muy chulos, dijimos, «¿cómo, que hay crisis? Pues vamos a hacer uno doble». La idea principal era poner una decena de canciones de Los Secretos enfrentadas a otras tantas que habían influido al grupo para conectar los distintos estilos y corrientes dentro de la banda. Empezamos por el disco de versiones, que nos parecía más fácil, y nos dimos de bruces con una complejidad y una burocracia tremenda.
¿Se ha quedado alguna canción fuera por ese motivo?
— Sí. Teníamos dos canciones terminadas, de Supertramp y The Beatles, pero no conseguimos los permisos. El problema muchas veces es que las traducciones no pueden ser literales, como es normal, y eso lo frena todo. Estaba resultando tan complicado que la compañía nos dijo en un momento dado que paráramos...
Para lo que no ha habido pegas, supongo, es para homenajear en la portada la imagen del «Born to run» de Springsteen...
— No, eso es mucho más libre. Es un guiño cariñoso, aunque con Bruce en el aspecto musical no nos atrevimos a meternos, porque tiene una forma muy peculiar de cantar y no pretendíamos que las canciones del disco fueran ultraconocidas.
«Algo prestado» suena a americana, pero mucho a Los Secretos...
— Teníamos que probar cada canción con el traje de Los Secretos; no era solo hacer una versión, sino hacer una canción nueva. Fue complejo, y nos llevó dos años, fue mucho más largo que cualquier otro proyecto. Lo retomamos cuando tuvimos aseguradas las canciones de Jackson Browne y Ron Sexsmith, luego todo fue más fácil...
Mucha música traducida del inglés, y las dos canciones en castellano no son españolas...
— Hemos hecho muchas versiones de música en castellano que muy poca gente conoce, como por ejemplo uno de nuestros primeros éxitos, «Sobre un vidrio mojado», que era de un grupo uruguayo. En todos los discos de Los Secretos al menos una canción es una versión. En aquella época siempre pensamos que nuestra función era demostrar que en el idioma materno se podía hacer música de calidad, que no hacía falta cantar en inglés, algo que aprendimos de gente como Aute o Serrat. En este disco hay dos guiños a nuestros orígenes latinos, que era una música que le encantaba a mi abuelo, en cuyo tocadiscos empezamos a escuchar música. De ahí nos viene el ramalazo de cariño familiar por la música latina, entre comillas, porque la música ya no se puede considerar de una zona, es algo global, y más con internet.
¿Qué canción de la historia de la música le hubiera gustado componer?
— … No lo sé.. Fíjate, voy a pecar de inmodestia, pero si hay alguna cosa de la que podemos estar orgullosos es de haber hecho bien nuestros deberes en cuanto a canciones se refiere. Eso es la prueba viviente de que con buenas canciones la duración de un grupo está asegurada. La gente no va a vernos a nosotros, va a escuchar nuestras canciones que asocian a un momento de su vida. Si tengo que decir una, quizás sería «Le it be» de The Beatles o «The pretender» de Jackson Browne. Ya hemos quemado el cartucho de las grandes canciones en esta civilización, tendrá que venir otra para empezar de cero... Quedan muchas por hacer, pero las buenas, buenas ya están compuestas.
Cuatro décadas de trayectoria. ¿Hacia dónde van ahora?
— Caminamos con holgura y mucha comodidad porque la experiencia es un grado. La música es una forma de vida. Estamos intentando explicar que el público es lo más importante y la música fluye por nuestra sangre como si fuera la única opción, y es nuestra vida. ¿Que podemos hacer? Entretenernos para entretener, y tenemos cuatro formatos para actuar en directo. Aun no sabemos cuál pondremos sobre el escenario de Menorca. Hay que hacerlo con pasión, como si cada concierto fuera el último de tu vida.