Guitarras y voces de las más conocidas baladas menorquinas lloran la pérdida de Floreal Torres, uno de los miembros fundadores de Los Parranderos. El sábado a última hora de la tarde falleció en Es Castell, el mismo pueblo en el que había nacido en 1937 «entre bombas y fusilamientos», según recordaba en la última entrevista publicada en estas páginas hace cuatro años.
De sangre ibicenca, su familia procedía de Cala Jondal y su nombre es de inspiración republicana. Sufrió la dureza de la postguerra en su infancia, en la que incluso se le cambió el nombre y hubo de esperar a la democracia para recuperarlo. Trabajó en el campo primero y en la bisutería y la albañilería después hasta que montó su restaurante en Calesfons.
Floreal ha sido siempre un nombre vinculado a a canción menorquina, a los éxitos que todos hemos cantado alguna vez, desde la Balada d'en Lucas, la creación de Ortega Monasterio que cantó cientos de veces, hasta Escolta es vent, de Tòfol Mus, dos muestras del largo repertorio que manejó y que acabaron convirtiéndose en himnos de Menorca.
Fue a principios de los años 60 cuando formó el grupo Los Parranderos, nombre que le dieron porque, según explicaba, ellos salían de parranda con la guitarra. Con el grupo, que empezó siendo un trío y acabó como cuarteto, grabó cuatro discos y participó en «Salto la fama», programa de Televisión Española.
Con Los Parranderos fue pregonero de las fiestas de Maó en 1997. Fue también una de las últimas actuaciones en público. Después hubo de superar dos duros combates de salud. Se ha ido una persona afable y un parrandero. Sus canciones quedan, son eternas.