La noche perfecta, la suave brisa disipa cualquier problema y el sonido de un cello profundo y melancólico inunda el patio del Claustre de San Francesc, el piano con presencia pero sutil ya había creado la base perfecta y tras un preludio introductorio, la tensión operística y dramática de Wagner ya nos atrapa. Pablo García-Berlanga al piano, Jorge Fanjul al cello y Paloma Giner como soprano deleitaron al público que llenaba el aforo (como ya viene siendo habitual) con una propuesta bien equilibrada y con una gran selección de repertorio.
Dividido en dos partes, primero viajamos por el norte de Europa, y tras el ya mencionado Wagner, Strauss, Liszt, Rachmaninov y Tchaikovsky perfilaron una interpretación llena de gusto y sensibilidad. La comunión entre los intérpretes quedó bien reflejada en el empaste sonoro, en los enlaces de las frases y en los cuidados finales que consiguieron mantener el hilo invisible que nos conecta al momento; al aquí y al ahora. Realmente el tiempo se pasó volando, imaginando, creando, recordando antiguos y nuevos sentimientos.
Tras el primer envite más denso y nostálgico, el frescor de la música española nos inundó súbitamente, y la música de Granados, Falla y Montsalvatge fue la elegida para este viaje a la ternura y la magia. Paloma, Pablo y Jorge brillaron con luz propia aportando su fuerza e intensidad en aras del grupo, lo cual siempre consigue transmitir empaque y verdad. Los cambios dinámicos muy cuidados consiguieron crear las atmósferas adecuadas, y la claridad de los ataques diferenció con nitidez las peculiaridades de cada compositor. El folklore elegante de Enrique Granados, el racial concepto de Manuel de Falla y la fusión con toques iberoamericanos de Xavier Montsalvatge quedaron plasmados con pulcritud.
Sin duda, fue un gran concierto: ameno, vibrante, con una gran selección de piezas y, sobre todo, con mucha complicidad sobre el escenario. También cabe destacar que la presentación del concierto corrió a cargo de Marc Pascual, el miembro más joven de la junta directiva de JJMM de Maó, que tuvo una intervención más que correcta.
Y, como si de un sueño se tratará, sin saber muy bien cómo, el concierto ya formaba parte de nuestro baúl de viaje emocional. Otro más y ya esperando el siguiente que tendrá lugar este mismo viernes en el mismo escenario de la mano de Juanjo y Ionas Mercadal (padre e hijo) al clarinete y Nino Gurevich al piano realizando una selección de arreglos de ópera. Creo que me voy a repetir... bendita música.