Rashid Johnson (Chicago, 1977) forma parte de ese selecto grupo de artistas estadounidenses contemporáneos que se caracteriza por la amplitud de miras de la que hace gala a la hora de abordar sus trabajos. No se puede pasar por alto la gran variedad de medios de los que se sirve para explorar un gran número de temáticas relacionadas con la historia del arte, y que abarcan desde las identidades culturales individuales y compartidas, hasta narrativas personales, literatura, filosofía, materialidad e historia crítica. Así lo recuerdan desde la página web de Hauser & Wirth, la prestigiosa galería internacional que acercará este verano su obra a la sede que abrió el año pasado en la Illa del Rei.
El prisma de Johnson no es solo amplio en lo que se refiere a las temáticas que trata, sino también en lo que toca a los medios y materiales de los que se sirve para acercar su mensaje al público. Su perfil multidisciplinar engloba propuestas como la escultura, la pintura, el dibujo y la instalación, e incluso la producción audiovisual. En ese sentido, cabe citar su incursión en el campo del cine, que se tradujo en el estreno en 2019 de la película «Native son», producción traducida al castellano como «Hijo nativo» y de la que actualmente se puede disfrutar en España a través de la plataforma televisiva HBO Max. Se trata de una adaptación de la novela de Richard Wright que ese mismo año compitió en la sección oficial del prestigioso Festival de Sundance, la cuna del cine independiente.
Recuerdan también desde Hauser & Wirth que Johnson, quien estudió en el departamento de fotografía del Instituto de Arte de Chicago, es conocido por su incorporación a la narrativa de «una gama aguada de materiales y objetos cotidianos», a menudo asociados con su infancia y que hacen referencia también a aspectos colectivos de la historia intelectual afroamericana y la identidad cultural. También ha trabajado en numerosas ocasiones con temas relacionados con la sostenibilidad.
En lo que se refiere a sus proyectos más recientes, cabe destacar que el artista abrió en 2021 una instalación en el MoMA en la que utiliza el micrófono como símbolo para dar voz a diferentes causas. También forma parte del proyecto «Board of Trustees» de la Fundació Guggenheim.