Con ocho cortos a sus espaldas, el realizador menorquín Dani Seguí Florit hace tiempo que planea el salto al largometraje. Un objetivo no siempre fácil, especialmente en los tiempos que corren dentro del sector cinematográfico, pero está a la vuelta de la esquina. Durante el comienzo del confinamiento, el director acabó de pulir el guion elegido para dar ese paso, «Un Nadal de merda». «Cuando tienes un proyecto con ese título, para rodarlo en catalán y con efectos especiales, está claro que no resulta fácil de colocarlo», reconoce. Así, tras pasar por las manos de varias productoras y viendo que la historia no acababa de cuajar, Seguí ha decidido dar un paso al frente por su cuenta.
Tirando de ingenio, ha reconvertido la que está llamada a ser su opera prima en un proyecto novedoso. Sin la financiación necesaria sobre la mesa, Seguí ha decidido que, para abaratar costes, rodará la historia «pasando la película con actores reales por un filtro de cómic, repasando los contornos frame a frame en negro y con animación en 2D para hacer los efectos especiales». Las pruebas realizadas hasta la fecha han sido satisfactorias y «dentro de esas limitaciones hemos conseguido un proyecto muy peculiar», asegura.
Así, metido ya en las tareas de preproducción y lecturas de guion, todo está preparado para que, aprovechando la ambientación navideña, el próximo mes de diciembre se comience con la filmación. El reparto está elegido y en los roles protagonistas figuran Lolo Herrero y Mónica Van Campen, dos artistas con los que ya había trabajado en uno de sus cortometrajes más exitosos, «ROCKy».
Según avanza Seguí, la idea es utilizar el festival de cine fantástico de Sitges como plataforma de visualización, para lo que está previsto también presentar un teaser con parte del material rodado. Así, la falta de financiación previa no supone un obstáculo y el director explica que el equipo cobrará a posteriori, bien como productores ejecutivos del film o a través de los beneficios de venta y distribución del filme.
Se puede decir que Seguí lleva la sangre en las venas por herencia familiar, la de su abuelo, Santiago Florit Nadal, quien durante cincuenta años fue proyeccionista en el Teatre Principal y a quien rinde homenaje en su cortometraje animado «Diari d'un operador cinematogràfic», que se proyectará en la isla este septiembre dentro de la programación del Festival del Internacional de Cine de Menorca.