Tras una jornada de rodaje en el set de la que sin duda es una de las series más esperadas de 2023, «Berlín», el spin-off de «La casa de papel», Tristán Ulloa nos atiende para hablar de «True West», la obra con la que este sábado (19 horas) regresa a la Isla para subirse al escenario del Teatre Principal de Maó.
Un texto de Sam Shepard traducido y adaptado por Eduardo Mendoza. De entrada parece un proyecto goloso para un artista. ¿Cómo se embarcó en él?
—Esos dos elementos que mencionas fueron muy importantes. Es una obra de la que tenía muchas ganas desde hace tiempo. Durante la pandemia nos juntamos tres amigos, Montse Tixé, que es la directora, Pablo Derqui y yo. ¿Nos planteamos qué era lo que nos apetecía hacer realmente? Ella propuso ese texto y ha sido toda una experiencia.
Una obra escrita hace cuarenta años, pero que trata temas vigentes en la actualidad.
—Sí, es la eterna dicotomía entre dos personajes totalmente opuestos en su manera de ver la vida, de concebirla y entenderla. Uno que, por decirlo de alguna forma, está en el sistema, y otro que está totalmente out, un vagabundo. Y luego cada uno de ellos anhela e idealiza lo que tiene el otro. Son personajes insatisfechos. En definitiva, son dos mitades de una misma fruta. Hay un momento en el que hasta el propio Shepard fantasea con la idea de que incluso puedan ser la misma persona.
Una pieza que ahonda sobre la conflictividad del ser humano. ¿Qué parte le ha tocado en suerte en esta producción?
—Yo soy Lee, el que juega un papel que podemos identificar con el perfil del buscavidas, que idealiza a su hermano en el sueño americano, mientras que este último le idealiza a él por el poder que supone el hecho de no rendir cuentas ante nada ni a nadie. Pero cada posición tiene su precio en esta historia. Lo que retrata Shepard es la eterna insatisfacción de la naturaleza humana. Siempre queremos lo que no tenemos, y cuando lo tenemos a lo mejor no sabemos apreciarlo del todo.
Hace no mucho tiempo recaló en el ‘Principal' con otra obra, «El precio», que giraba también en torno a la historia de dos hermanos. Veo que las relaciones fraternales dan mucho de sí.
—Sí, porque son historias muy reconocibles en cualquier lugar del mundo y época. Es lo que tiene la contradicción de la naturaleza humana, que es algo muy extrapolable a cualquier momento y lugar.
Siguiendo con los hermanos, tiempo atrás se embarcó con el suyo en la codirección de un largometraje, «Pudor». ¿Cómo fue aquella experiencia?
—Muy bonita y enriquecedora. Adapté una novela de Santiago Roncagliolo y nos lanzamos a la aventura de dirigir juntos, tenía muchas ganas de trabajar con él. Intuía que él tenía mucho que contar como director, y de hecho el tiempo me ha dado la razón, porque el año pasado volvimos a trabajar juntos él dirigiendo y yo como actor en «La chica de nieve», estrenada recientemente en Netflix.
Volviendo a «True west». ¿Es más comedia negra o drama?
—Creo que estamos ante dos personajes tragicómicos. Están en una comedia negra, pero tienen algo muy trágico cada uno de ellos. Son dos insatisfechos, dos entregados a su manera de vivir a pesar de las consecuencias. Esos son rasgos que definen a un personaje trágico.
Leía que Tristán Ulloa entró en el mundo del teatro para combatir la introversión. ¿Funcionó como terapia?
—Normalmente uno no se cura de nada en ese sentido, lo que se hace es intentar paliar las cosas o intentar sobrellevarlas lo mejor posible. En el momento que uno encuentra una herramienta tan valiosa como el teatro, aunque no te quieras dedicar a él profesionalmente, sí le puedes encontrar un sentido aplicándolo a tu vida. Te provee de herramientas para afrontar tus miedos y tus inseguridades. Al final, el teatro lo que explora es la fragilidad y vulnerabilidad del ser humano.
¿Es el teatro la parte que más le llena de la interpretación?
—Sí. Uno no hace estas cosas por dinero, lo hace por vocación, porque me gusta y porque es un oficio. No todos los actores hacen teatro, y es respetable, y a otros nos gusta hacerlo de vez en cuando por una cuestión de vocación.
Lo que parece estar siendo una tabla de salvación es el ‘boom' de las series en las plataformas. ¿También para Tristán Ulloa?
—Sí. Yo me considero un privilegiado. Pero como dato te digo que trabaja solamente el 10 por ciento de nuestra profesión. Por eso creo que es muy engañoso el hecho de que haya plataformas, porque no es extensible a todo el mundo cuando hablamos de trabajo. Las ofertas que van llegando son solo para algunos, y en ese sentido somos unos privilegiados. Somos muy conscientes de cuál es la situación de nuestra profesión.
En televisión ha participado en «Warrior Nun», una producción en la que también aparecía la actriz menorquina Olivia Delcán. ¿Llegaron a coincidir en plató?
—Sí, es fantástica y una muy buena amiga además. Es una actriz con un talento extraordinario para la juventud que tiene. Además es completamente bilingüe, da gusto oírla trabajar en inglés.
Un idioma con el que también se defiende usted, a la vista de las producciones extranjeras en las que ha participado.
—Sí que he trabajado bastante fuera, la mayoría coproducciones en inglés. Al final uno se termina reciclando y poniendo las pilas. Lo bueno que han propiciado las plataformas es que a veces uno tiene que salir de su país para estar en una gran producción y ese intercambio de talentos y artistas a nivel mundial es fantástico, nos beneficia a todos. Ya no hay tantos prejuicios por el hecho de que se ruede en un sitio o en otro o que haya actores con determinados acentos, se está globalizando y normalizando el tema de los localismos.
Su visita coincide con la gala de los Goya. ¿Planea verla?
—Es la fiesta del cine español, y uno siempre desea lo mejor para sus compañeros; la seguiré. Es importante estar pendiente de cómo transcurre una gala que habla de nuestro cine, que este año ha tenido una cosecha excelente.
Ha tenido cinco nominaciones al Goya y se le resiste. ¿Hasta qué punto considera que son importantes los premios?
—Seguiré trabajando con Goya o sin él. El hecho de que me nominen, me lo den o me lo dejen de dar nunca ha sido un impedimento para que siga haciendo mi trabajo. Los premios siempre están bien, pero no son lo más importante, el mayor premio es estar trabajando.