La Sala Sant Antoni de Maó no es en absoluto un lugar ajeno para Carles Moll (Maó, 1969). Estamos hablando de un espacio en el que ya había protagonizado exposiciones individuales en dos ocasiones, en 1994 y 1999, precisamente como recompensa por haber ganado el premio de pintura Sant Antoni que otorgaba Sa Nostra. Casi treinta años después, el artista menorquín vuelve a ese lugar en el que comenzó a labrarse una carrera con una nueva propuesta, la muestra titulada «Confrontacions» y que el viernes abrió sus puertas.
Es Moll un artista polifacético, acostumbrado a trabajar disciplinas como el grabado, la escultura y la pintura. Esta última ha quedado fuera de su nueva propuesta, en la que el creador se ha decantado por establecer «un diálogo» entre las dos primeras técnicas. Las obras que salen de sus manos, independientemente del formato, beben de las mismas fuentes de inspiración. Y en ese sentido se puede decir que el elemento natural ha sido una constante en su carrera, pero a Moll le interesa ahora analizar cómo conviven los patrones que utiliza para los grabados y esculturas. «Quería darle una vuelta más a través del diálogo, del resultado entre la confrontación entre ambas disciplinas», confiesa.
Forma y mensaje
Resulta evidente que el hecho de que ambos formatos compartan un espacio ya resulta en sí sugerente, pero más allá de lo puramente estético en la propuesta de Moll también habita un mensaje. En «Confrontacions» asegura también hay algo de «denuncia», aunque de una forma «muy sutil». El artista confiesa que hay dos temáticas que alguna manera aparecen en sus creaciones, como por ejemplo la alerta del cambio climático y otro tema de triste actualidad como la guerra. «Las interpretaciones pueden estar muy abiertas, pero esas pinceladas están ahí», señala.
La exposición, que se podrá visitar hasta el 1 de abril, supone también una oportunidad de seguir de cerca la evolución del artista. Una carrera que ha desarrollado de la mano de la experimentación continua e impulsada por un dominio cada vez mayor de la técnica. «Lo divertido es ir experimentando, cambiando las cosas, mezclar y probar», reconoce Moll, quien no esconde que cuenta con la ventaja que el hecho de trabajar en el mundo de las artes plásticas es algo que le resulta «fácil» por la «pasión» que siente por su trabajo.