Bajo el título de «Mahón», y organizado por Iniciativa por Mahón, el Ateneu (19.30 horas) acoge esta tarde un encuentro en el que participarán varios ponentes.Estaba previsto contar con la presencia del arqueólogo e historiador Martín Almagro Gorbea (Barcelona, 1946), pero finalmente no será posible. No obstante, hará llegar a los asistentes su aportación a través de un discurso.
Le habían invitado a Maó para hablar del topónimo de la ciudad. ¿Cuál es su opinión al respecto como arqueólogo y académico de la historia?
—Es uno de los más interesantes de todo el Mediterráneo occidental. Es el topónimo que deja el principal general de Aníbal, que era Magón. Que es una palabra púnica que quiere decir ‘el dios benefactor'. Y lo que es interesante es que ese nombre, simplemente convirtiendo la ‘g', que es una gutural, en una ligera aspiración, ha dado Mahón, y se ha conservado prácticamente igual hasta nuestros días. Alterar un hecho así es como si alteráramos una catedral. Es como decir que todas las casas de Menorca se pongan ahora unos pinjantes como los de la Catedral de Barcelona. Hombre, no, Menorca tiene su personalidad, el topónimo de Mahón tiene su personalidad, no hay que alterarlo haciendo generalizaciones de otras regiones. No es correcto y constituye un atentado a la historia que en esa palabra se concreta.
Los topónimos, un motivo de conflicto y división en la sociedad. ¿Por qué?
—Hay un intento de manipulación ideológica de la historia. Esos cambios no tienen ninguna base científica. Y lo que no es científico, no es racional. Lo que nos hace a los hombres distintos de los animales es que pensamos las cosas y que conocemos las causas y los efectos. Como no tiene una causa explicable hay que explicar por qué no es explicable: es porque detrás de eso hay intereses que generalmente denominamos políticos. Pero yo no quiero entrar en ese campo, que no es el mío, pero sí denunciar que es un hecho político, por tanto no tienen justificación histórica. Por tanto está en contra del pueblo que tiene esa historia y esa personalidad. Cambiarlo es manipular la historia.
Acabamos de celebrar el Día Mundial de los Museos. Usted ha sido director, entre otros, del Museo Arqueológico Nacional. ¿Qué papel considera que juegan estos centros culturales en la sociedad actual?
—Son instituciones muy importantes. Es donde se conserva nuestro patrimonio histórico, es decir, nuestra memoria. Suponga que en este momento se queda sin memoria, entonces deja de ser quien es. Los museos son la memoria de la sociedad, y en ese sentido tienen un enorme papel. Si no sabemos quienes somos, vamos a ser totalmente manipulados.
¿Y más allá de la memoria?
— La arqueología y las tradiciones populares atraen cada vez más a la gente, porque instintivamente se dan cuenta de que además de atractivo es algo muy bonito. El mito de Indiana Jones es una realidad, también el del descubridor de la tumba de Tutankamón, y eso atrae mucho al público. Y luego hay un tercer aspecto, que es uno de los lugares más formativos para niños; no para enseñarles datos que les mareen, sino para que vean cosas diferentes que les abran la mente, aprendan a tener sensibilidad cultural y a ser buenos ciudadanos y respetuosos con la sociedad.
¿Cuál diría que es el gran reto de los museos en el siglo XXI?
— Que sean de todos y para todos, y que aumente la accesibilidad en todos los sentidos. Hay otro aspecto muy importante, y es que los museos forman parte del patrimonio cultural esencial, pero no son los únicos. El señor que guarda una pieza en su casa con cariño, siempre que sea de origen legítimo, forma parte también de ese patrimonio. A veces hay un sentido totalitario de dejar exclusivamente a los museos oficiales, y no es así. Un señor que hace una colección de cuadros los acaba legando. El patrimonio es una cosa amplia y abierta. Y al servicio de ese patrimonio, la institución esencial son los museos, pero no la que tiene que tener la exclusiva.
Es arqueólogo y conoce la Isla. ¿Cómo ve el patrimonio de la Menorca Talayótica?
— Que se la reconozca, científicamente me parece muy objetivo. Es una de las culturas que refleja la personalidad de cada isla del Mediterráneo, y en ese sentido, toda mi alabanza. Es un patrimonio muy social, es decir, muy popular. Quién no ha oído hablar de los talayots, tienen un gran sentido social y además ahora interés turístico. Y creo que con eso también se hace un servicio a la sociedad.