No todos los días aparece por la Isla un referente del cine español, cuya obra trasciende a cualquier rincón del planeta. Fue el miércoles en el Ocimax donde Juan Antonio Bayona complació a una representación de la sociedad de Menorca, ávida de volver a disfrutar de la aclamada «La Sociedad de la nieve» y, minutos después, escuchar detalles de su propio director, como lo hará este sábado en los cines de Ciutadella, donde el cineasta catalán tiene segunda residencia.
Ante un público muy juvenil, Bayona empleó poco más de media hora para entusiasmar a sus entregados oyentes, conocedores de otros de los grandes títulos de su filmografía como «Lo imposible» o «El orfanato».
El director se mostró cercano pese a que debe andar hastiado de hablar tanto y tan seguido de su magnífica cinta, aunque en Maó no transmitió esa sensación. «Mis amigos me dicen que la suelte ya, que ya está bien (la película)», pero hasta que no entré de lleno en su nuevo proyecto sabe que seguirá ligado a la tragedia de los Andes.
Diez años transcurrieron desde que leyó el libro del escritor uruguayo, Pablo Vierci, con el mismo título que la película, hasta que la hizo realidad cuando Netflix apoyó la financiación. «Describe una visión más cercana y compasiva de los personajes porque él conocía a muchos de ellos, y yo quedé conmocionado». Ahí supo que «faltaba algo por explicar de lo sucedido en la montaña, no en la heroicidad que conocíamos sino en la parte intelectual de la historia». Lo que quiso, abundó, fue «llegar a lo emocional, que la gente se sentara en el avión con ellos, viviera aquello, se planteara el sentido de la vida y se hiciera preguntas aunque no se las hayamos respondido».
A preguntas de varios jóvenes sostuvo que el arduo trabajo de investigación previo al rodaje incluyó entrevistas con todos los que regresaron de la muerte, también con sus familiares. Incluso Roberto Canessa, quien junto a Parralo llegaron a Chile en busca de la salvación, dibujaba en una plantilla las heridas de cada uno en la cara para ser lo más fieles posibles a la realidad en el maquillaje. Ahí el director de «Un monstruo viene a verme» se explayó pormenorizando el rodaje secuencial del film para que la pérdida gradual y desigual de peso de los actores fuera como sucedió en la nieve lo que obligó a un rodaje de 140 días, el doble de los que tienen la mayoría de películas. Primero en Los Andes, luego en Sierra Nevada cuando los actores ya habían adelgazado, después en Uruguay cuando son rescatados y llegan al hospital, de nuevo en Los Andes con la caminata en los mismos sitios por donde transcurrió, y después, tras aguardar otro mes para que ganaran peso, acabaron filmando el inicio de la película con el partido de rugby y la salida del aeropuerto.
Dijo que los supervivientes tenían tanto o más interés que él en la película «porque cada uno tenía una percepción diferente de lo que había sucedido, incluso discutían entre ellos». Fueron necesarios nueve meses de casting para elegir a los actores desconocidos, casi todos argentinos, a los que envió a Uruguay a que convivieran con los supervivientes y sus familiares para que se empaparan de la historia, tuvieran un compromiso mayor y conocimientos para improvisar.
Sobre el componente religioso de la cinta, señaló que intentó que dejaran de mirar hacia arriba y lo hicieran «más hacia sus lados, que el sentimiento fuera más espiritual que religioso». Un detalle que destacó fue el momento en que Conesa, ya rescatado, entierra la bolsa con la carne que le quedaba «porque hasta ahí la carne era proteína, desligada del espíritu que él vuelve a otorgarle en ese momento».
Y en la complejidad técnica de la película sorprendió al indicar que el accidente no fue la escena más complicada, «las más técnicas son las más sencillas, no me supuso ningún esfuerzo, como sí lo fue el alud por lo mal que lo pasaron los actores sepultados y con un frío insoportable».
Este sábado, doble cita en Ciutadella
Tras su vista a Maó, Bayona estará este sábado por la tarde en los Cines Moix Negre de Ciutadella. Una cita en la que participarán también la productora Sandra Hermida y la directora de producción menorquina Margarita Huguet. Después de agotarse las localidades del pase previsto para las 17 horas «en tiempo récord», se ha programado una nueva sesión para las 20.30 horas. En este caso, los invitados presentarán la sesión pero no habrá coloquio.