Mario Antón (Santander, 1993) vino hace diez años a la Isla «para estar un mes tranquilo y pintar», pero se quedó: «Me atrapó», confiesa. Menorca se ha convertido en un lugar de referencia, el sitio donde un buen día se cruzó en su camino Isabelle Leurent, impulsora de LÔAC. La experta en arte, tras ver la peculiaridad de la obra de Antón, pensó que podría encajar muy bien en uno de los espacios complementarios del centro de arte contemporáneo de Alaior, la Capella de Gràcia.
Con ese lugar en mente, y siendo consciente del montaje que acoge de Marina Abramovic, «Five Stages of Maya Dance», se puso manos a la obra para crear una colección que lleva por título «Edén®», una muestra que cuenta con el respaldo del Ayuntamiento. Sobre compartir espacio con la famosa artista, reconoce que está todavía «un poco en shock».
Siguiendo la senda dejada por Abramovic y las emociones que genera, Antón ha aportado su sello particular al espacio. Su intención es que cuando un espectador entre en la iglesia viva «una experiencia». De hecho, le gusta hablar más de una instalación que de una exposición, una propuesta «más inmersiva». «Al final, lo que hago es trabajar mucho con el simbolismo», explica. En resumidas cuentas, la instalación es una invitación a la reflexión sobre la compleja relación que existe entre las necesidades materiales y las aspiraciones espirituales en el contexto del consumismo moderno, argumenta.
Uno de los símbolos que reflejan de mejor forma el espíritu de «Edén®» es el de la manzana, que también aparece en el cartel. Una fruta cuyo significado ha evolucionado con el paso del tiempo. Partiendo desde una referencia bíblica como fruto prohibido, se ha ido reciclando y «ahora es casi un símbolo de algo perfecto, de un rojo brillante, fruto del marketing. Al final se ha convertido en algo muy artificial».
Y en ese contexto, Antón confiesa que la reflexión que planeta tiene que ver con «cómo estamos estirando el hilo a la hora de producir y consumir. Está la dualidad de un fruto que lleva la etiqueta de Edén, pero como si fuese una empresa», explica el creador, que confiesa que le gusta jugar con «la dualidad» de los elementos.
Inspirado por su colección familiar de trípticos religiosos antiguos, Mario Antón utiliza estos formatos emblemáticos como lienzos en blanco para expresar preocupaciones contemporáneas y explorar la realidad actual. «Me gusta mucho plasmar el contraste entre el ser humano y la fuerza de la naturaleza», confiesa.
En la capilla, sus obras se pueden contemplar (hasta el 21 de julio) con una banda sonora particular, una mezcla entre cantos gregorianos y coros de iglesia al que se suman sonidos de tiendas, como monedas o la caja registradora de supermercado.