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Entrevista

Berna González Harbour: «Hoy Goya pintaría sobre el problema de la vivienda»

La periodista y escritora visita el jueves el Ateneu de Maó para hablar de su biografía sobre el artista

González, especializada en periodismo internacional y cultural, también ha escrito varias novelas. | MOEH ATITAR / El PAÍS

| Menorca |

El Ateneu de Maó acoge este jueves (19.30 horas) una nueva cita con el ciclo ‘Diàlegs de Tardor’, espacio que contará con la presencia de la escritora y periodista Berna González Harbour. La subdirectora del «El País» aprovechará la visita para charlar con la también escritora Clara Pastor , de su libro «Goya en el país de los garrotazos».

Biografías de Goya debe haber muchas, ¿qué aporta la suya?
—Hay unas cuantas y buenísimas; muy académicas y desde puntos de vista de historiadores del arte, pero lo que quisimos fue aportar una mirada desde la actualidad, de cómo Goya en realidad nos había pintado a nosotros, nuestro presente. No es tanto una mirada académica o desde el punto de vista de la historia del arte como de conectarlo con el presente. Sobre cómo él, hace 250 años, ya tuvo la mirada de largo alcance de saber pintar la idiosincrasia española en todas sus vertientes, las cosas buenísimas, alegres, coloridas, la energía, el entusiasmo y el amor, pero también la capacidad que tenemos de devorarnos a nosotros mismos, de darnos de garrotazos.

¿Por qué cree que supo retratar también Goya España?
—Es lo que tienen los genios. Trabajó mucho para aprender, para depurar la técnica y supo aprender de los grandes. Viajó a Italia y observó todo lo pudo en las casas de los ricos, porque en esos tiempos no había museos, solo se podía aprender en colecciones privadas. Aprendió, pero a la vez tuvo una visión genial, que es algo propio de los artistas muy potentes: trasladar todo eso a arte, dejar a un lado la plasticidad más elemental y elevarlo a una categoría que lo convierta en permanente.

Entiende que España sigue siendo ese país de los garrotazos, ¿cierto?
—Completamente. Lo vemos cada dos por tres. Es un país capaz de lo mejor y también de lo peor. Él lo vio en la Guerra de la Independencia y el regreso del Absolutismo. Posteriormente, lo hemos visto en muchas ocasiones, como en la Guerra Civil, y ahora en nuestra democracia, que se va polarizando. Seguimos a garrotazos entre bandos de izquierda y derecha, nacionalistas y no nacionalistas; y dentro de los propios bloques ideológicos, mira ahora lo que estamos viendo con el espacio de la izquierda a raíz de lo de Errejón. Nos gusta fustigarnos, latigarnos, culpar a los otros… Tenemos ese espíritu de garrotazo.

«El duelo a garrotazos» pertenece a las pinturas negras. ¿Qué época de Goya le gusta más?
—Me gusta la parte popular, aunque toda es magnífica. Pintó a los reyes, los retrató como nadie y además no los ensalzó, sino que los dibujó con sus defectos. Pero el verdadero Goya, el que más disfrutaba fue el que no dibujaba para vender, sino para sus cuadernos, sus grabados e incluso para esas pinturas negras que hizo para su casa y no para vender. Ese Goya que pinta lo que está en su mente, lo popular, lo que coge de las calles, de la realidad, es el que seguramente también nos identificaría ahora. No solo lo negro, pero sí lo popular, las calles, las gentes, la desigualdad, el abuso de unos sobre otros. Hoy estaría pintando el problema de la vivienda, sobre la gente que es pobre aunque trabaje.

¿Cómo ha marcado su condición de periodista en su faceta como escritora?
—Son facetas complementarias, porque trabajo con el lenguaje y la realidad. Eso es lo único común, a partir de ahí todo son diferencias. En la novela lo que funciona es la imaginación, la estructura, la doble velocidad; es decir, en las noticias y el periodismo estás en la primera velocidad, mientras que en la literatura estás en una segunda que te permite tener un proyecto a largo plazo, estructurarlo, trabajarlo de una forma mucho más pausada pero también ambiciosa, sin la urgencia del momento.

En el libro analiza muchos de los misterios, cotilleos y fake news que han rodeado la figura del pintor. ¿Cuál diría que es uno de los falsos mitos más populares?
—Se dijo que a él lo encontró alguien de niño en los caminos de Aragón, en Fuendetodos, y vio que estaba pintando en el suelo y le pareció tan genial que se lo llevó a Zaragoza: mentira. La relación con la Duquesa de Alba: sin duda se ha creado el mito de su amor, que nunca ha sido probado, aunque sí creo que hay indicios de una conexión, posiblemente de un enamoramiento de Goya, pero no hay indicios de que ella le correspondiera. Y así muchas cosas, también se dijo que toreaba en las plazas de Italia para sobrevivir y no hay ninguna constatación de ello. He intentado dejar constancia de lo que sí figura en las biografías o documentos autorizados y lo que es mero bla, bla, bla de los primeros biógrafos, que cogieron las leyendas y lo hicieron pasar por biografías.

¿Cuál es su obra favorita de Goya?
—Eso es imposible. Eso es como decir cuál es tu hijo favorito. Puedo entrar en éxtasis con muchas de ellas, sobre todo con los contrastes entre su primera época, mucho más positiva, que captaba la ilusión y la etapa de encantamiento, con la de la negrura.

Ha trabajado en diferentes campos, pero principalmente en el de la cultura, siendo editora en su día del suplemento «Babelia» de «El País». ¿Considera que el periodismo cultural, como el político, está también muy polarizado?
—No, lo que está es machacado por la crisis económica y la debilidad de los medios. Es decir, todas las secciones de cultura han perdido personal en muchos periódicos, radios y televisiones, porque el periodismo sufre horas bajas económicamente. Sufre el periodismo cultural, pero siempre hay muchos profesionales muy vocacionales a los que nos apasiona leer y evaluar lo que se está haciendo. Pero no, no diría que está polarizado, está machacado.

Por último, ¿de dónde sacan tiempo los periodistas para compaginar su trabajo diario con la escritura de proyectos más personales?
—No es un problema de tiempo; cada uno tiene tiempo para lo que quiere. Mucho verano, mucha madrugada, fines de semana, mucha energía y esfuerzo. Esa es la apuesta, otros pueden dormir más o ver el fútbol, pero el tiempo es simplemente una ilusión, lo que hace falta es tener el motor en marcha encendido en el cuerpo.

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