Camela protagonizó sorpresivamente el lunes uno de los conciertos del verano, por ahora, en Menorca. Poco más de 2.000 personas abarrotaron casi por completo la pista y las gradas instaladas frente al escenario del recinto ferial de Es Mercadal y se entregaron con una inusitada devoción y entusiasmo al icónico dúo, precursor del tecno-rumba, que no ha dejado de sonar en todas las casas desde hace 31 años. Desde anteayer ya no hay duda. Lo auténtico no pasa de moda.
Aún convalesciente de la faringitis que dos días antes le había dejado lastrado en cama y le había obligado a suspender el bolo del MayorFest de Plasencia, Dionisio Martín compareció frente al público para anunciar que, «aunque estoy tocado, nos ha podido el corazón» y que actuaría junto a su cuñada Maria de los Ángeles Muñoz, la aflamencada voz de Camela, para no frustrar la expectativa de todos los asistentes. En su gran mayoría menorquines y con una nutrida presencia femenina.
El público le correspondió con una sonora ovación y fue coreando, en un gran karaoke colectivo, los primeros hits que empezaron a interpretarse desde el escenario. Desde los Sueños inalcanzables que te convencen de que «es imposible nuestro amor» al Nunca debí enamorarme, las Lágrimas de amor o las Palabras de papel.
Entre cabriolas a lo Bisbal, Dioni le canta «Sin tus besos yo me moriré» y, al poco tiempo, Ángeles responde: «No te acerques a mí. Pasas por mi lado para hacerme sufrir». Y así todo el concierto. Como los Pimpinela, jugando al gato y al ratón del amor. Canciones que, explicó ella, nunca les han hecho acreedores a un Grammy, «porque el mayor y único premio que queremos es vuestro cariño».
Ahora que una parte del indie se ha vuelto mainstream, los Camela, ya abuelos, se han colado en el cartel de la última edición del Sonorama y rivalizan con nombres como el de Raphael para que sirvan de reclamo para este tipo de festivales. Que por cañí y popular que nos suene su música, nadie consigue sin mérito pasar de las cassettes de gasolinera y los altavoces de las ferias de pueblo a los primeros puestos de las listas de ventas. Y bien pocas bandas provocarían, seguramente, tanta entrega como la exhibida durante la noche del lunes. El público se mostró exultante y enfervorecido.
Hace ya tres décadas que le cantan al amor y al desamor entre ritmos bailables, de fusión, y esa temática universal, aderezada con puntuales riffs de guitarra, percusión y estribillos pegadizos, obra el milagro. Tras su paso por Menorca, los Camela tienen este año otras 29 fechas por delante, incluidos dos sold outs que, con meses de antelación, su gira «+de 30» ha conseguido ya en Santiago de Chile.
«Que la música te acompañe», se titula su último disco de estudio, en cuya portada Ángeles y Dioni emulan a los icónicos protagonistas de la saga de Star Wars. Ellos ya son leyenda, como antiguos Jedai del imperio cuya música se ha vuelto ya universal.
Por eso no importó que el viaje fuera corto. Apenas una hora y veinte minutos de actuación, que terminaron a toda vela, Cuando zarpa el amor. Tanto cantar «Dime que sientes lo mismo que yo», la garganta de Dioni ya no daba para más y no era cuestión de castigarla. El éxito ya había sido tan rotundo que hasta su hijo Cristopher vendiendo el merchandising se lo confirmó a las seguidoras que pedían por su padre. «Volveremos». Tampoco nadie ocultaba ya su devoción por la banda. Prejuicios aparte, como reza una de sus camisetas, «la vida es muy corta para fingir que no te gusta Camela».
Lo más espectacular del festival son los precios de la bebida, prohibitivo parece mentira que Estrella sea uno de los patrocinadores, no hace falta que vengan más por Menorca para hacer sus anuncios cansinos