Autoficha
Me llamo Francisco Riva Mayor y tengo 58 años. Nací en Zaragoza pero vine de vacaciones y me enamoré de la Isla y de una menorquina. Tengo 4 hijas y una nieta. Actualmente dirijo el Consorcio de Patrimonio Histórico Militar del Puerto de Maó. Me encanta mi profesión y en mi tiempo libre procuro disfrutar de mi familia, practicar deporte y realizar algún que otro viaje.
¿Qué fue lo que le atrajo de Menorca cuando llegó hace 30 años?
Todo: la gente, las playas,... los rincones que ofrece. Vine con un compañero sin conocer nada y al final desarrollé aquí mi carrera. He sido Comandante Militar de Menorca durante 9 años y ahora, ya en la reserva, me ocupo del Consorcio de Patrimonio Histórico Militar, que se creó cuando se fueron las unidades de los centros y se decidió administrarlos sin que dejaran de ser de Defensa. Decidimos, entre otros puntos, qué hay que restaurar y qué actividades se pueden desarrollar. En el Consorcio están representadas todas las instituciones y hemos conseguido que los centros se mantengan en condiciones y se puedan visitar, ya que anteriormente estaban cerrados.
¿Qué es lo que más le gusta de su profesión?
Aunque mi trabajo viene de herencia familiar, me gustó cómo era la milicia en cuanto conocí su funcionamiento. Lo que más me satisface es el espíritu de servicio y que se trata con muchas personas distintas. En el conflicto de El Salvador se pudo ver un ejemplo de cómo puede servir una tropa militar, no es sólo pegar tiros. Creo que los ciudadanos entienden cada vez más la labor del Ejército. De hecho, hoy por hoy las encuestas reflejan que es la institución mejor valorada. Hasta hace poco se tenía un concepto erróneo pero ahora se conoce al militar y que sus funciones son muy diversas. La prueba está en que hay muchos aspirantes para entrar en el Ejército.
¿Y qué hay de los aspectos negativos?
Personalmente, la poca dedicación a la familia debido a mi carrera. Acudir a conflictos no creo que sea un aspecto negativo ya que el militar con vocación se siente bien al estar en situaciones de mayor riesgo, hay más espíritu de servicio. Para nosotros, la disciplina no es un sacrificio.
¿Qué recuerdo guarda de su trabajo en el Sáhara y en El Salvador?
Mi estancia en el Sáhara fue un poco antes de la Marcha Verde. Fue una época difícil en la que aprendí muchísimo. En El Salvador también aprendí mucho en todos los sentidos. Sobre todo te das cuenta de lo bien que vivimos en España, algo que a veces no apreciamos. Allí vivimos la muerte muy de cerca, vimos a niños de 12 años con armamento e incluso desarmamos guerrillas. Pienso que la actuación en El Salvador fue uno de los grandes éxitos de la ONU.
¿Planes de futuro?
No lo tengo muy pensado pero quiero disfrutar de la familia, practicar deporte, leer, que ahora no tengo tiempo, y viajar más.