Muchos son los detalles que se han esclarecido ya sobre la herencia más mediática de la historia de Menorca. Se sabe ya el volumen de la fortuna que acumulaba Juan Ignacio Balada Llabrés, cómo estaba dividida y qué van a hacer con parte de ella sus nuevos propietarios, la Casa Real. Pero quedan aún cabos sueltos en este legado. El principal, saber qué va a pasar con los bienes inmuebles que tenía Balada. Los Príncipes han decidido que todos ellos tienen que venderse, pero en algunos casos la operación no se antoja nada fácil, por la naturaleza del edificio en cuestión o por la propiedad del mismo.
Además, la venta de estos edificios deberá someterse, con toda seguridad, al impuesto de plusvalía, que grava el aumento de valor de un patrimonio, y que en algunos casos puede llegar a suponer un 20 por ciento del beneficio obtenido.
Otro de los puntos por resolver es la composición final de la Fundación creada por los Príncipes a petición de Balada. A día de hoy, ninguno de los tres patronos nombrados tiene relación alguna con Menorca, pero desde la Casa Real no descartan que aún se puedan incorporar otras personas a la dirección de este nuevo organismo.