Carlos Sebastián es doctor en Económicas por la Universidad Complutense de Madrid, donde ejerce como catedrático numerario desde el año 84. Fue director general de Planificación del Ministerio de Economía y Hacienda en 1983, director de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) entre 1985 y 1988 y director del servicio de análisis económico Eriste entre 1993 y 2005. De su vida profesional destaca también su labor como consejero delegado y presidente de GESIF S.A. entre 1992 y 2006 y presidente del comité de auditoría del grupo Abengoa. Columnista habitual del diario "Cinco Días", es además autor de numerosos artículos sobre macroeconomía, crecimiento económico y economía institucional y de varios libros sobre esta misma disciplina. Su pasión por Menorca ha quedado sellada con la Fundación menorquina Carlos Sebastián, que él financia, que organiza el Open Internacional de Ajedrez de Fornells, que ha alcanzado prestigio en medios ajedrecísticos europeos, y patrocina una escuela de ajedrez que imparte clases gratuitas durante el curso a 30 niños de la costa norte menorquina.
Menorca disfrutó en su día de cierto equilibrio productivo entre los tres sectores, las célebres tres patas del campo, la industria y el turismo. ¿Era un buen ejemplo económico?
Probablemente lo era, pero estaba situado en sectores industriales y agropecuarios en los que tenía importantes desventajas comparativas y en el mundo globalizado de hoy es impensable volver a alcanzar ese equilibrio. Equilibrio que, por otra parte, no debe ser mitificado.
¿Es posible reactivar el mundo agrario y el industrial, hoy en decadencia?
Creo que es posible consolidar y expandir nichos de estas actividades productivas que permitan mantener vivas ciertas tradiciones relevantes y ocupar un porcentaje, no muy grande, de la población activa menorquina. Estas actividades, además, contribuirían a consolidar la marca Menorca de la que formarían parte. Configurar una marca Menorca en el mundo, en Europa, fundamentalmente, es importante.
¿Estamos irremediablemente condenados a una economía de servicios?
Con todo respeto, pienso que la pregunta está formulada en los términos equivocados que, por otra parte, conecta con el sentir negativo de no pocos menorquines sobre su propia economía. Menorca es ya una economía de servicios y es en la expansión de los servicios siguiendo una estrategia que haga compatible las preferencias de los menorquines con la demanda europea de servicios en la que Menorca podrá encontrar un crecimiento sostenible. Creo que la alternativa a esta estrategia es el estancamiento, en el que ya se encuentra, y posterior decrecimiento económico. Y, por otra parte, esta "condena" es la que tiene el 75 por ciento de la economía europea, que es uno de los espacios económicos más prósperos, y uno de los más libres y, seguro, que el más cohesionado del planeta. La cuestión es encontrar qué servicios puede ofrecer Menorca más allá del turismo de sol y playa.
¿Cuáles son los principales recursos con que cuenta hoy la Isla?
Sin duda el entorno natural es uno de los fundamentales. Pero también la tradición conservacionista y culta de los menorquines, que lo 'único' que tiene que hacer es dinamizarse, abrirse y tornarse positiva. Aunque quizá ese 'único' no es cuestión baladí. Será imposible sin la toma de conciencia colectiva de cuales son las opciones para la sociedad menorquina.
¿Qué medida novedosa pondría en práctica en Menorca, aunque fuera como experimento pionero?
Voy a defender en mi participación en el Foro que la estrategia del debate social en Menorca no debería empezar por discutir medidas, al menos no hasta más adelante. Pero voy a contestar a su pregunta haciendo una sugerencia. La creación de un pequeño centro internacional de estudios medioambientales y/o marinos -hay varias ubicaciones posibles- que generara algo de producción científica pero que, sobre todo inicialmente, fuera muy activo organizando encuentros (talleres, congresos...) de científicos y especialistas. Más adelante, el centro podría crecer como referencia de investigación en algún nicho. Pero desde un principio constituiría un elemento relevante, ni mucho menos el único, de la marca Menorca y traería personas a la Isla fuera de temporada.