Miércoles, 6 de octubre. 18.15 horas. Me siento en uno de los flamantes bancos ubicados en la confluencia entre la avenida Josep Maria Quadrado y la calle Duc de Crillón. Una señora mayor se acomoda a mi lado y me regala una sonrisa triste. Suspira. Respondo a su gesto y también suspiro. Observo con detenimiento el carril bici que discurre a lo largo de la avenida, no me gusta su color, es un verde demasiado... Tal vez demasiado verde. Sonrío para mis adentros.
Me concentro de nuevo en mi tarea, que consiste en diagnosticar si los ciudadanos utilizan con regularidad este vial para ciclistas con el que se han llenado la boca hasta la saciedad tanto el alcalde de Maó, Vicenç Tur, como el concejal de Movilidad, Mateu Llabrés. Soy escéptica, lo reconozco.