Evitar la saturación del vertedero de Milà con restos de obra y prevenir la contaminación del torrente de Sa Mesquida por lixiviados son los principales peticiones que el grupo ecologista (GOB) ha incorporado a sus alegaciones a la Comisión Balear de Medio Ambiente que en la actualidad tramita la evaluación de impacto ambiental de la ampliación de Milà. Según informó ayer el GOB a través de un comunicado, la entidad ha detectado en el expediente algunas cuestiones merecedoras de alegaciones. "Se trata de impedir errores que se han cometido en el pasado, así como aumentar sistemas de control que no parecen ofrecer suficientes garantías", justifica el grupo ecologista.
El GOB considera que es mejor ampliar el actual vertedero que no abrir uno nuevo en otro lugar de la Isla, pero ante la necesidad, plantea que es importante prestar atención a cuestiones que permitan alargar su duración. Para ello propone controlar la gestión de los escombros. Recuerda que desde la aprobación del Plan de Residuos de 2006, los escombros se deben trasladar a las plantas de "triatge" autorizadas, donde se reciclan los materiales, sin embargo, advierte, que la picaresca de constructores y transportistas ha provocado que durante mucho tiempo, los restos de obra se terminaran vertiendo en Milà.
El GOB considera que ésta es una cuestión preocupante ya que en 2005 los residuos de obra representaron el 90 por ciento de los vertidos en Milà. Por este motivo, el grupo ecologista ha solicitado en sus alegaciones que no se viertan en el vertedero materiales de excavación. También ha solicitado que se defina exactamente que se entiende por "tierras contaminadas", un residuo que el proyecto contempla que puede ser vertido en Milà "y que debería evitarse que sirva de excusa para futuras descargas de escombros.
La otra cuestión preocupante para el GOB son los lixiviados, es decir, los líquidos que se generan en el vertedero. La nueva ampliación contempla la construcción de una balsa para recoger estos líquidos, "que pueden tener una carga contaminante muy alta". Pero según el grupo ecologista, la balsa tendría un rebosadero que, cuando estuviera lleno vertería a una acequia que conecta con el torrente que llega a Sa Mesquida. "Cabe pensar qué sucederá en días de lluvias fuertes, cuando el agua se filtre por los materiales vertidos, salga como un lixiviado y llegue, en grandes cantidades, a la citada balsa", se pregunta el GOB. Para evitar esta situación, la entidad ecologista propone en sus alegaciones la construcción de una segunda balsa de garantía que recoja los posibles vertidos de la primera y los devuelva al vertedero.