El 17 de octubre de 1991 estallaba un coche bomba en la calle Camarena de Madrid. Irene, una niña de doce años, que viajaba con su madre, perdió las piernas y tres dedos de la mano. A las puertas de cumplirse los 20 años de aquel ataque terrorista, Irene Villa (Madrid, 1978) acaba de publicar el libro "Saber que se puede: 20 años después".
Atiende al teléfono con voz pausada, atenta y cercana, además de nerviosa por la proximidad de su boda. Sus primeras palabras hacen referencia a este gran acontecimiento y reto marcado, el de construir una familia. "Tengo un día muy ajetreado, prueba de vestido y de peluquería, la próxima semana me caso". Tiene claro que para poder ser feliz hay que perdonar y marcarse proyectos de vida. Además, no duda en afirmar que "la discapacidad no es ninguna barrera, los límites los pone la mente".
El salón de plenos del Consell insular acoge esta tarde a las 20 horas la presentación de su libro, un acto organizado por Rotary Club. Además, Irene Villa será la madrina de la entrega e inauguración de la piscina adaptada donada por el Rotary Club de Mahón-Mô al centro ocupacional Bintaufa de la Fundació per a Persones amb Discapacitat de Menorca, en un acto que se celebrará mañana a las 11 horas.
"Saber que se puede: 20 años después" del día en que usted y su madre fueron víctimas de un atentado terrorista. A pesar de publicarse en una fecha tan señalada, el libro habla de felicidad y no de rencor.
El primero era un libro para compartir mi experiencia con la gente y hablaba mucho de terrorismo, del atentado, de lo que me había ocurrido, de otras víctimas. En éste, sigo contando experiencias humanas pero sobre todo hablo de valores que son los que tienen la llave de la felicidad como la humildad, el trabajo en equipo, el deporte, mi esquí. El libro pretende contagiar todo esto entre las personas. También hay aspectos menos apacibles, menos buenos como la experiencia en la competición, las caídas, y una operación que me hice en Suecia que se complicó muchísimo. Pasé un calvario porque han sido varios años de complicaciones, infecciones. Escribí como una catarsis porque lo narraba para mí, para desahogarme. Quise añadirlo para compartir el momento con la gente, que vean que la vida no es un camino de rosas, no es todo bueno pero hay que luchar porque la única derrota es el desaliento y lo único que no vale es rendirse.
La carta de presentación de Irene Villa en la web es que siempre busca nuevos retos.
Es un constante desafío. Cuando no hay desafío la gente se deprime. Cuando no tienes algo que conseguir, la gente que ya lo tiene todo es la más infeliz. Hay que ponerse retos y luchar por ellos. Si tienes un porqué encontrarás un cómo.
¿Y cuáles son sus retos para un futuro próximo?
Ahora mi proyecto es el de formar una familia, tener hijos y seguir con proyectos de trabajo, de viaje y otro libro que va a salir dentro de nada.
¿Sobre su vida?
Ha sido un encargo de una editorial. No es mío, yo lo he escrito. Cuenta bastantes cosas de la historia de España. Va a salir en octubre y a ver si lo puedo venir a presentar en Menorca.
¿Es consciente de que se ha convertido en un espejo, un referente de superación no sólo para las personas con discapacidad sino para toda la sociedad?
Es todo un orgullo y un honor poder ayudar a las personas. Cuando se hunden o están tristes se acuerdan de lo que hemos superado y salen adelante. La psicología positiva me acompaña siempre, es decir, el pensamiento positivo, el perdón, la humildad, el amor por lo que hago y la pasión por las cosas. No me cuesta nada ayudar ni que la gente me vea como reflejo de la felicidad. Me considero muy afortunada por no tener rencor en el corazón, ni rabia, ni odio.
¿Y realmente se puede perdonar después de haber sufrido tanto?
Si uno quiere ser feliz tiene que perdonar, porque en la vida siempre va a haber gente que te quiera hacer daño. El perdón es una decisión libre y voluntaria y es lo más inteligente, es lo único que te puede dar la felicidad y la paz interior que todos buscamos.
Ha afirmado alguna vez que a los límites nos los ponemos nosotros. Pero a veces vienen impuestos.
Yo creo que la barrera más poderosa es la mente. Es la que te hace ser incapaz. La angustia, la envidia, el rencor, los celos, los miedos. Esas son las principales barreras y si quieres ser feliz debes saltar estos límites que están en tu cabeza. La mayor discapacidad no es ir en silla de ruedas ni con prótesis sino el odio, el rencor, la rabia, la envidia que son mucho más limitantes. Tener que ponerme una prótesis todos los días no es ninguna barrera para mí.
Acábeme la frase "Hay que saber que se puede...
Y querer que se pueda, como dice la canción. Pero también, para intentarlo, para uno ser libre. Uno no es libre porque no sabe que puede hacerlo. Cuando sabes que lo puedes lograr es cuando lo intentas.