La compañía Spanair fletó ayer un avión para recolocar a los 281 pasajeros afectados por la cancelación el pasado domingo de los vuelos JKK 5788, procedente de Barcelona, y JKK 5789, con trayecto hacia la ciudad condal desde Maó, después de que los viajeros esperaran hasta pasada la medianoche y fueran, finalmente, repartidos en hoteles para pasar la noche. En el vuelo de Barcelona a Maó el pasaje previsto era de 121 personas mientras que en el de Maó a El Prat se preveían 160 viajeros, por lo que su reubicación ayer lunes en otros vuelos de la compañía fue muy complicada y dejó a otros usuarios en tierra, a la espera de subir al siguiente avión.
Mientras algunos usuarios se están organizando para presentar una reclamación conjunta a la aerolínea, por los daños y perjuicios causados, la empresa pidió ayer disculpas públicas y señaló que además de la avería de uno de sus aparatos, otros factores, como el hecho de que otros dos aviones de la flota estuvieran pasando su revisión anual o la imposibilidad de hallar un chárter para alquilar el domingo, hicieron que las demoras se convirtieran en la cancelación de los vuelos.
La meteorología también influyó, aseguraron ayer desde Spanair, en el retraso de la operatividad y la rotación de los aviones, debido a tormentas en ciudades europeas, lo que a su vez ocasionó que las tripulaciones de las aeronaves excedieran su límite de horas de trabajo y tuviera que recurrirse al personal de repuesto.
Nervios y cansancio
Toda una serie de explicaciones que llegaron tarde para la mayoría de los afectados por las cancelaciones de los vuelos, que cansados, nerviosos y con situaciones personales de toda índole, lamentaron ayer, mientras esperaban la llegada de familiares y amigos desde Barcelona, el trato recibido por Spanair y la falta de información. Recogían a sus allegados pasadas las 16,30 horas de ayer lunes, un día después de lo previsto, mientras que los pasajeros, desde El Prat, relataban por sus teléfonos móviles cómo les iban cambiando la puerta de embarque y retrasando la salida hasta que, cerca de la medianoche, cuando ya parecía que el vuelo iba a despegar, finalmente apareció como cancelado en los paneles informativos.
"Mi amigo llegó a Barcelona procedente de París, y lo que en principio era un retraso de 45 minutos acabó con el vuelo cancelado pasadas las doce y media de la noche, nadie de Spanair les acompañó de la terminal al autobús ni al hotel, y esta mañana se ha ido al aeropuerto pagándose el taxi", relató David Romero, quien se encuentra alojado de vacaciones en Cala Galdana y pasó toda la tarde noche del domingo deambulando por Maó a la espera de que aterrizara el avión que fue cancelado.
Romero criticó la "muy mala atención" del personal de la compañía en tierra, después de haber vivido algunos momentos de tensión y un pequeño altercado, en el que intervino la Guardia Civil, ante la negativa de los empleados de Spanair a informarle en qué vuelo finalmente viajaba su amigo. "No me querían decir en qué vuelo llegaba alegando la protección de datos, no ha salido el jefe de escala de Spanair, aunque he reclamado que lo hiciera, y me han dicho que ya llegaría", aseguró todavía contrariado este turista de Barcelona, quien acabó llevándose el auricular de uno de los teléfonos de Spanair, que devolvió después a los agentes de la Guardia Civil, y admitió "sé que he tocado el botón rojo, pero yo sólo quería información de una persona, no de un paquete, eso es lo que les he dicho".
Ante estos hecho un portavoz oficial de la compañía señaló ayer que el jefe de escala, después de la noche y la mañana de trabajo extraordinario, abandonó el Aeropuerto para ir a descansar cuando despegó el vuelo adicional fletado por la compañía desde Barcelona a Maó.
Pero los ánimos seguían caldeados tanto en la terminal de salidas como en la de llegadas. "Mi mujer salió de Granada y llegó a Barcelona en tránsito, sobre las 13,30 horas, y se pasó todo el día allí", explicó Pedro Rueda, otro de los familiares que aguardaba la llegada del vuelo JKK 842.
"Yo más que de los retrasos me quejo de la falta de información y de la atención recibida", afirmó, "porque mi mujer tiene una lesión de rodilla y cuando preguntó si tenía que cambiar de puerta le dijeron 'si hay que andar se anda, que es bueno para la salud', jamás volveré a viajar con Spanair, ni yo ni mi familia, qué pena de sueldos, con la de gente que hay en el paro".
En la terminal de salidas también se vivieron situaciones complicadas. Como es habitual en los menorquines que viajan a Barcelona, algunos tuvieron que retrasar y después cancelar consultas médicas; o cambiar de compañía y pagar un nuevo billete para no perder conexiones, como fue el caso de una pareja de recién casados que debía incorporarse a un crucero en la capital catalana.
Certificados
Los que habían decidido pasar un fin de semana de relax en la Isla y debían reincorporarse ayer lunes a sus puestos de trabajo tampoco lo tuvieron fácil para conseguir que la aerolínea extendiera certificados con la hora de llegada del vuelo para presentarlos como justificante a sus empresas.
Como en la mayoría de los casos, la queja de Xavier Castellà, uno de los pasajeros que no pudo regresar a Barcelona el domingo, es por la falta de información. "No fueron ocho horas de retraso sino 19, y cuando llegamos tuvimos que volver a enfadarnos para que nos pusieran la hora de llegada en los justificantes para el trabajo", aseguró.