Raquel Triay Martínez (Ciutadella, 1973) está pasando unos días de vacaciones en la Isla con su hija. Se ha desplazado desde Albacete, donde reside. Ha venido acompañada por una amiga de Alicante, Eva Linares, y su niña con la ilusión de disfrutar de las playas. Ambas madres son minusválidas, dependen de la silla de ruedas, y han podido comprobar de primera mano las dificultades de las personas con minusvalía para poder darse un chapuzón en cualquiera de las playas urbanas más frecuentadas.
"Antes de llegar, nos miramos por internet las playas que reunían las condiciones de accesibilidad y cuando hemos llegado hemos visto que no las cumplían", aseguran. Una de estas playas a la que apuntan, por ejemplo, es Son Xoriguer. "Tiene bandera azul lo que implica que debería tener todas las comodidades de acceso, no obstante las aceras no están adaptadas, como tampoco hay pasarela hasta el mar. La que había la dejaron deteriorar y se retiró", lamentan.
Son Xoriguer oficialmente no es una playa adaptada, en cambio Son Bou si está reconocida como tal. Uno de estos días decidieron visitarla y se llevaron una decepción. "Es tercermundista total. Es verdad que hay una pasarela para acceder en silla de ruedas, pero la inclinación de la rampa es imposible. Además la silla anfibia ha quedado obsoleta y los socorristas preferían llevarnos en brazos hasta el agua. Tampoco hay sanitarios públicos", comentan. Son dos ejemplos de playas que utilizan para denunciar lo que consideran un agravio para una isla turística como Menorca. Reconocen que Santandria es la mejor. "Es una playa adaptada, está equipada, dispone de rampa de acceso y de silla anfibia. Incluso hay personal que atiende a los usuarios que precisan ayuda. No obstante, el domingo y el lunes no podemos acudir porque no hay servicio", aseguran.
Lo que denuncian Raquel Triay y Eva Linares es que "digan que las playas que disponen de bandera azul son accesibles, cuando en realidad no se cumple, representa un engaño para los turistas". Señalan que Santandria y Platja Gran representan un buen ejemplo de playas adaptadas, no obstante lamentan que haya dos días a la semana sin servicio en pleno verano.
Aluden que para ellas, como para los turistas con algún tipo de minusvalía o discapacidad, es fundamental disponer de playas con accesibilidad, bien equipadas con rampas y servicios, y con personal; y sobre todo, que la información que 'se vende' de estas playas se corresponda con la realidad. Raquel y Eva aseguran que en calas urbanas de la Península el disfrute de las personas con minusvalía es una prioridad.