La limpieza del interior de la Cova des Jurats, también denominada Cova de l'Església, en Calascoves ha permitido constatar la existencia de un ninfeo o zona de aguas del santuario. Asimismo, se han descubierto unos agujeros en el suelo del ábside de la cueva que posiblemente fueron utilizados para fijar una estatua ritual, además de varias cavidades en las paredes donde seguramente se colocaban lucernas para alumbrar el santuario.
La segunda campaña de la intervención arqueológica, codirigida por los catedráticos de las universidades de Granada y Barcelona, Margarita Orfila y Marc Meyer, respectivamente, y la profesora Giulia Baratta, de la universidad italiana de Macerata, ha permitido profundizar en el conocimiento de las prácticas cultuales, es decir, relacionadas con el culto, en el santuario de Calascoves.
Así, Marc Meyer subraya que la existencia de unos agujeros en el pavimento del ábside mayor de la cueva y el recorte manual de la pared del mismo sugieren que en esta zona estaba colocada la estatua ritual. Además, proliferan pequeñas cavidades en las paredes de la cueva que por sus dimensiones permite pensar que en su interior se colocaban lucernas para alumbrar el santuario. De hecho, han aparecido una lucerna casi completa y muchos fragmentos de este tipo de lámparas de aceite.
Junto al ábside mayor del santuario, que albergaba la imagen ritual, aparece otro ábside más pequeño que se utilizó como ninfeo. En su interior aparece un pequeño lago o estanque de poco más de un metro de diámetro y 40 centímetros de profundidad que servía para almacenar el agua que se filtraba por las paredes de la gruta. En un lateral de este ábside, fuera del mismo, aparece un nicho en el que seguramente se guardaban las vasijas o recipientes para recoger el agua que se utilizaba en las ceremonias. La estatua y el agua ritual son dos de las claves del culto a una divinidad aún desconocida, pero que las inscripciones conservadas en el exterior del santuario relacionan con la fundación de Roma. Los ritos se celebraron anualmente como mínimo entre los años 140 y 240 d.C.
Margarita Orfila ha señalado que la realización de una cata estratigráfica junto a las rocas amontonadas en el interior de la cueva, que formaban parte del techo, permite asegurar que fue utilizada como santuario con anterioridad al derrumbe parcial del mismo. El corte estratigráfico ha permitido constatar la existencia de niveles de cenizas, lo que indica que el fuego o las fogatas tenían una parte importante en las actividades que se realizaban en su interior. También se han recuperado restos de fauna animal y pequeñas copas, por lo que la comida y la bebida formaban parte del ritual. Los materiales más antiguos recogidos en el santuario corresponden a finales del siglo III o principios del siglo II a.C., es decir, son de época anterior a la fecha más moderna de las inscripciones rupestres del exterior de la cueva, cuando los magistrados desplazados desde Mago participaban en el ritual que se celebraba fuera de la gruta.
La Cova des Jurats tiene unos veinte metros de profundidad y la altura de la gruta antes del derrumbe parcial del techo debía alcanzar los cuatro metros.