A las diez de la mañana se iniciaba la subida de los caixers al Toro, lugar que acogería los actos del segundo día de las fiestas de Sant Nicolau y que este año contó con una gran participación, tal y como afirmaron algunos incondicionales de la celebración.
La misa de caixers fue oficiada por monseñor Salvador Giménez, obispo de Menorca; Llorenç Salas, diácono de Es Migjorn Gran; y Francesc Cardona, sa capellana, quienes, en una eucaristía muy concurrida y acompañada de fragmentos musicales, recomendaron a los asistentes dar las gracias cada vez que congregaran. "Hay que alegrarse también por las cosas pequeñas, la vida, lo que nos pasa día a día. Hay que dar las gracias a algo que sea más o menos importante, pero siempre significativo para nosotros", dijo el obispo, quien también quiso agradecer el trabajo que realizan las personas que se ocupan de cuidar del santuario del Toro.
Posteriormente, se bendijeron los 'panellets' de Sant Nicolau, similares a los pastissets pero de menor tamaño y hechos solo con agua y harina. "No se utiliza levadura porque así no se estropean y se pueden guardar en casa como símbolo para que nunca falte pan, para protección contra el mal tiempo o para que atraer el dinero", explicaba una señora del público.
Después de que la Comisión de Sant Nicolau obsequiara al obispo con una caña verde y que se cantara el himno de la Mare de Déu del Toro, el público salió al exterior del templo, donde varias niñas con el traje típico menorquín ofrecían 'panellets' a cambio de un donativo.
Los últimos fueron los caixers, con una bandera de cada pueblo, que se dirigieron a celebrar el jaleo, en unas fiestas más íntimas donde no se bebe pomada y participan una cuarentena de caballos.