José Fernández Llinares llegó a Menorca para visitar a un familiar en la primavera del año 2000. Por aquellos entonces, vivía en Barcelona, era empleado de una empresa de trabajos verticales y su gran afición era la escalada. Nunca se hubiera imaginado que aquellas dos semanas de vacaciones le llevarían a instalarse en la Isla, montar su propio negocio y disfrutar de un paraje con gran potencial para practicar su deporte favorito, un espacio con mucho por descubrir.
Fernández, cordobés de 37 años, explica que durante el primer verano visitó numerosos rincones a los que acceder con kayak o barca, perfectos para escalar. "Íbamos con una pequeña embarcación y encontrábamos rutas que no eran verticales. Para practicar la escalada con caída es importante que haya suficiente espacio para que al caer no puedas tocar las rocas. También hay que bucear primero para comprobar que se dispone de la profundidad necesaria", explica.
Él empezó en el mundo de la escalada junto a su tío, con once o doce años. Lo que era un hobby de fin de semana pasó a convertirse en una gran afición cuando Fernández tenía 21 años. Ahora practica prácticamente cada día. "En 2004 tuve una oferta de un patrocinador para competir pero probé y no me gustó el ambiente que hay en las competiciones. Hay mucho pique y a mí me gusta escalar tranquilamente, tal y como lo hago en Menorca".
El cordobés comenzó a colaborar con revistas especializadas en 2002. Algunas de ellas incluyeron reportajes especiales donde se hablaba de las características que posee la Isla para practicar este deporte. "He trabajado con publicaciones como 'Escalar', 'Desnivel' o 'Campobase', y también he publicado fotografías en revistas internacionales", comenta Fernández.
Y es que, según explica el escalador, Menorca es muy completa para practicar la escalada. Aquí, además de realizar escalada deportiva o boulder (que se lleva a cabo en bloque, con colchonetas y la presencia de compañeros), también puede disfrutar del psicoboulder, modalidad con caída sobre el agua que se practica, sobre todo, en Balears, Tailandia y Escocia. "Aquí es donde se encuentran las mejores condiciones para el psicoboulder. Es curioso porque en sí se publicitara podría atraer a muchos escaladores. En Mallorca se hizo y tuvo mucho éxito".
Precisamente, la escalada cuenta cada vez con más aficionados en Menorca. Según Fernández, en el 2000 había cinco personas que escalaban con cuerda. "En 2004 abrí zonas de boulder y la práctica se ha extendido. Ahora somos unos sesenta aficionados".
Un deporte que entraña concentración, fuerza, destreza y la necesidad de resolver situaciones para evitar la caída. Y es que, para algunas personas, el cielo se roza con una pequeña barca y un imponente acantilado.