Iba paseando por la costa con su familia cuando vio una sombra en el mar. Se acercó y vio con claridad que era un enorme pez. Recordó entonces los meros aparecidos a la deriva, atolondrados, en otro punto de la costa norte, Es Grau, y no tuvo dudas.
Se lanzó al agua y tras unos minutos de forcejeo, saldados incluso con algunas magulladuras y un evidente cansancio, pudo dominar al animal. Dieron mayor heroicidad a la gesta una picada de medusas y el pisotón a un erizo de mar.
El problema vino luego para llevárselo a casa.
Una vez en seco, la aventura continuó. Despiezar tal pieza no es apto para manos inexpertas. El corte del bicho requirió incluso herramientas más propias de albañilería.
"Cada rodaja pesa medio kilo", comenta. Ha tenido que recurrir a congeladores ajenos para almacenar tanto mero.
El monstruo iba acompañado de otros dos meros de medida más estándar.
En Es Grau, comentan los lugareños, ya han aparecido una decena. El mayor, 10,5 kilos. Parece ser que la arena les entra en las branquias y se atolondran.