Rosa Martín es el claro ejemplo de que la independencia en personas con síndrome de Down es posible: es técnica de Biblioteca en la Universidad de Barcelona y vive sola desde hace diez años.
¿Cuál fue su trayectoria hasta llegar a independizarse completamente?
Fue todo con progresión. Tengo 40 años y, desde siempre, mis padres ya me daban autonomía. Es algo que tienes que ir trabajando cada día. Soy usuaria de la Fundación Projecte Aura, que se basa en los proyectos de vida independiente. Tuve la experiencia de vivir una temporada en una casa con estudiantes y más personas con síndrome de Down pero no me gustó porque los estudiantes que vivían con nosotros a veces tomaban un papel de sobreprotección. Fue cuando decidí dar el paso e irme a vivir sola.
Y, ¿cómo es su día a día?
Trabajo de técnica de biblioteca en la Universidad desde hace quince años. Suelo comer en la casa de mis padres. Lo que peor llevo son las noches porque no tengo a nadie con quien hablar ni compartir. Mi punto débil son mis emociones, que tengo que controlar pero, por lo demás, no tengo problema con ninguna tarea de casa. Me hago mi cena y arreglo mis cosas.
¿Cómo se definiría a sí misma?
Creo que soy una persona simpática, alegre y extrovertida. Me encanta leer y la psicología. Tengo amigos de todo tipo, con y sin discapacidad.
¿Qué hay de su vida sentimental?
Es un tema peliagudo. Me gustaría decir que eso de que la gente con síndrome de Down es siempre cariñosa es verdad, pero no es así. Hay de todo. Yo misma me he llevado un desengaño amoroso bastante desagradable. Pero confío en que aparecerá alguien. Yo me fijo en todo tipo de personas, si se ajusta a mi perfil, ¿qué más da si es o no discapacitado? Me gustaría casarme en un futuro y, si no, pues sola, que también se está bien. Primero hay que estar bien consigo mismo.
¿Cuáles son sus proyectos de futuro?
He escrito un libro que me gustaría publicar. Se titula "Volviendo a nacer" y trata sobre una inmigrante ilegal procedente de África que llega a Barcelona. Por otro lado, también me gustaría volver a ver a Héctor, un profesor que tuve muy especial y que fue un gran apoyo. Él vive en Uruguay y me encantaría ir allí y que me viera y me escuchara hablar. Otro deseo sería ir a África a ayudar en alguna Ong. Además, me ha gustado mucho Maó y su puerto. Me encanta la playa así que a lo mejor vuelvo de vacaciones. Aprovecho para hacer un llamamiento para ver si un buen chico guapo se fija en mí.
¿Qué mensaje lanzaría a otras personas con síndrome de Down más jóvenes?
A sus padres que no tengan miedo a equivocarse y que les dejen vivir. A ellos, que adelante y se equivoquen. Así es como se aprende.
Más información en http://www.sindromedown.net/