El parque de Es Freginal de Maó se transforma cada domingo por la mañana en un "rastro" a pequeña escala, en un espacio en el que es posible comprar desde los objetos más cotidianos a aquellos que nos sorprenden por su originalidad o antigüedad.
Este mercadillo, conocido popularmente como "la gangaria", ha ido evolucionando y aumentando el número de puestos, lo cual, en gran medida, ha ocurrido debido a la crisis y a la necesidad de conseguir unos ingresos extra con la venta de todo tipo de artículos. Es, además, un lugar en el que se concentran vendedores y compradores de numerosas nacionalidades. Desde marroquíes a dominicanos, pasando por ingleses, ecuatorianos, argentinos o chinos que, junto a menorquines, se interesan, preguntan, regatean, convencen, venden y compran.
Tal como explican algunas personas desde sus puestos, lo de ir a vender no es fácil. Para empezar, hay que hacer una selección de aquello que se va a poner en venta, decidir un precio, empaquetarlo, y cargarlo en el coche o furgoneta. Quienes no quieran quedarse sin sitio, deben levantarse muy temprano para hacer cola a eso de las seis o las siete de la mañana con el fin de que, cuando pase el encargado de repartir y cobrar los tiques, se cuente con un espacio en el que montar el estand.
Tras distribuir los artículos de la manera más atractiva posible, comenzarán a llegar curiosos y compradores. "Nosotros venimos a vender desde hace tres meses.
Mi marido se quedó en el paro y, con la de trastos que tenemos en casa, pensamos en venir aquí y sacar cuatro duros", cuenta Roser, aunque admite que ha habido algún domingo que ha llegado a ganar casi 200 euros.
El caso de Joan es distinto. Viene, tal como él mismo dice, "a echar la mañana". Según explica, lo que más se vende son los electrodomésticos, la ropa y los objetos antiguos. "A mí me gusta madrugar y estar rodeado de gente, por eso vengo aquí a vender cosas. Normalmente, tienes que rebajar los precios porque, si no, vuelves a casa con todo el material. Los menorquines están aprendiendo a regatear pero la mayoría aún no se atreve", comenta.
objetos varios
Aunque no llevemos la cartera encima, no está demás acercarse hasta Es Freginal a echar un vistazo. Casi siempre hay algún artículo que nos llamará la atención.
Por ejemplo, y dentro de las antigüedades; ayer se podía encontrar un sombrero de la Marina de hace 120 años, con su caja original y todo. Eso sin contar los misteriosos manojos de grandes llaves pertenecientes a quién sabe qué cerraduras.
Preciosa la maleta tocadiscos de los años 60-70 que, a pesar de no estar como nueva todavía funciona a la perfección. Igual sucede con las herramientas de zapatero, la caja con letras de imprenta o alguna que otra cámara fotográfica con mucha historia en su objetivo.
Los nostálgicos de los juegos antiguos también pueden encontrar algún tesoro: accesorios de viejas videoconsolas, canicas, colecciones de cromos de jugadores de fútbol de los 80, una máquina de 'pinball', tebeos, y hasta artículos de broma.
Por otro lado, últimamente se dan cita quienes venden verdura de sus huertos, perejil, hierbabuena y, lo que más llamaba la atención, árboles de frutas exóticas, como el maracuyá o el tamarillo.
Todo esto, mezclado con vestidos de gitana, sillas menorquinas, cargadores de móviles, peluches y demás objetos, hace del mercadillo de Es Freginal un lugar en el que pasar un rato de domingo, encontrar algo de utilidad y, por qué no, también sorprenderse.