Parece que finalmente el frío que nos ha acompañado estos días ha hecho las maletas y se despide. Tras de sí, deja bellas estampas de una Menorca blanca, con pueblos y campos cubiertos de nieve. Tras la belleza del paisaje, se esconden no obstante algunos efectos colaterales que agravan la situación del sector agrícola y ganadero. La principal consecuencia es que con tanto frío, las vacas han producido menos leche.
Todo empieza la pasada primavera. Entonces, los payeses de la Isla no pudieron almacenar tanto alimento para el ganado como hubieran querido. La cosecha fue poco abundante, y las reservas se consumieron prácticamente todas en verano. A este factor hay que añadir el nacimiento relativamente tardío de las pasturas sembradas después del otoño, ya que las lluvias se hicieron esperar. Por lo tanto, tampoco ahora se han podido realizar grandes reservas de alimentos.
Con este panorama, en cuanto las vacas no tienen vía libre para pastar el campo porque el frío intenso ni lo recomienda ni tampoco los animales están muy por la labor de ir por las 'tanques' a pasar frío, su ración diaria de comida se reduce. Además, si incluso las vacas son atrevidas y desafían el frío, la hierba no ha crecido como en anteriores años porque, según explica un payés de Ferreries, "el frío no mata, pero sí retrasa el crecimiento".
Un payés de Ciutadella explica que "aquí no estamos acostumbrados a tener a las vacas en los establos, sino que suelen pastar fuera". Por eso, cuando el frío intenso de estos días ha obligado a tener los animales a cubierto, las reservas de alimentos se han reducido y muchos ejemplares no han podido comer lo que tragaban cuando estaban libres. Menos comida significa menos producción de leche, y esto es algo que constatan varios payeses consultados por este periódico, que señalan éste como el principal efecto del frío de estos días.
También una empresa que recoge leche habitualmente apunta que los episodios de frío suelen tener esta consecuencia, como también lo provoca un cambio meteorológico brusco. Además, la reducción de producción de las vacas registrada estos días será difícil de remontar, explica un hombre del campo. Así, recuerda que cuando una vaca baja la llamada curva de lactación, es muy difícil hacer crecer de nuevo este índice.
Habrá quien piense que si los payeses no han guardado suficiente alimento para las vacas, que lo compren. "Es imposible", sentencia un payés. El elevado precio del pienso y de los cereales convierte en algo casi prohibitivo acudir a las cooperativas para alimentar al ganado. "Con el precio al que nos pagan la leche, no nos podemos permitir comprar ni paja ni alfalfa", comenta un ganadero de la zona de Levante.
También el elevado precio de la materia primera de los payeses ha contribuido, aunque indirectamente, a que la hierba no haya crecido como otros años en las 'tanques'.
"Algunos se piensan que la hierba nos sale gratis a los payeses, cuando esto no es así", apunta un ganadero. Así, por un lado está el coste del gasóleo que consumen los tractores que se utilizan para preparar el terreno y luego para sembrar las semillas. Y por otro lado, el coste de los abonos. Aquellos que los utilizan defienden que "si no los usamos, los pastos no crecen como deberían, y ahora están a unos precios tan desorbitados que nos vemos obligados a abonar menos, y por lo tanto, la hierba crece a un menor ritmo".
Otro de los efectos del frío de estos días pasados es el retraso en la cosecha que se espera para esta primavera. "El campo ahora está pelado, entre el hielo y la sal depositada por el viento. Las próximas semanas deberían ir muy bien para poder tener una buena campaña de recogida de alimentos para 'ensitjar' durante la próxima primavera", explica un payés.