Autoficha
Me llamo Marisol Triay Roselló, tengo 47 años, nací en Fornells y vivo en Es Mercadal. Estoy casada, tengo dos hijos, de 23 y 16 años; y soy peluquera. Cuando tengo tiempo libre me encanta ir de excursión por la Isla, la lectura, y viajar cuando se puede. En la foto (estoy en el centro) salgo acompañada de mi marido Loran, que también es peluquero y trabaja conmigo; y Esperança, que es esteticien.
Es peluquera desde que tenía 17 años. ¿Siempre ha tenido claro que la peluquería era lo suyo?
Mi familia tiene negocios dedicados al turismo y yo había ayudado algunas veces pero ya con quince años estudié peluquería y, a los 17, me puse a trabajar. Digamos que con el paso de los años he tenido más claro que no me equivoqué de profesión. Lo que más me satisface es ver que la gente sale contenta con el trabajo que hemos realizado. Por otro lado, también me gustaría que la gente fuese sincera cuando no le ha gustado algo y nos lo dijera porque es la mejor forma de aprender y mejorar, tanto si te dicen lo bueno como si te dicen lo malo.
¿Qué es lo que más se suele solicitar en su peluquería?
Lo que más nos piden es que el pelo no dé trabajo. Se piden peinados prácticos y que sienten bien. Nos preguntan qué se lleva pero se escoge aquello que es favorecedor. En cuanto a estética, hacemos la básica. Aunque tenemos un tratamiento anticelulítico que está yendo muy bien y tiene bastante éxito. Es mediante ejercicios sobre una báscula, productos y masaje. La gente está contenta.
¿Qué es lo más raro que le han pedido?
Una vez me pidieron que tiñera el pelo de un caballo que tenía despigmentación. Me negué a hacerlo porque no sabía si le podía afectar. La verdad es que, en general, la gente va moderna pero no transgresora. Creo que en Menorca se tiende más a la comodidad.
Su marido también es peluquero y trabaja con usted. ¿Qué tal eso de estar los dos tijera en mano?
Al principio admito que no me hacía mucha ilusión pero hubo una crisis en la construcción (él era albañil) y se fue a Barcelona a formarse como peluquero. Ahora puedo decir que acertamos porque se le da muy bien y tiene sus propios clientes.
¿Cuáles son sus planes de futuro?
Mi plan diario es formarme más como peluquera y también como empresaria. También quisiera renovar la decoración del local pero eso requiere una inversión y, tal como están las cosas, nunca había actuado de forma tan prudente. Da miedo arriesgarse.