Hace un año y medio el pequeño Biel empezó a perder su vitalidad. El niño vivaracho y revoltoso no quería caminar, siempre estaba cansado y de mal humor. La carita se le volvió blanca, empezaron las diarreas y la barriguita se le hinchó. Poco a poco se quedaba en los huesos.
Los medicamentos y sueros que le recetaba el pediatra no funcionaban y sus padres, Sergio Romacho Lázaro y Sedes Mercadal, estaban desesperados. Fue cuando el médico decidió hacerle la prueba de la celiaquía. Para ello tuvieron que desplazarse a Palma, para practicarle al niño una biopsia intestinal. Dio positivo. Era celíaco. "Los médicos nunca habían visto un caso tan extremo", explican.
El diagnóstico cambió la vida de la familia. Había que eliminar el gluten de la alimentación de Biel. "Fue instantáneo, al cabo de tres días de erradicar el gluten de su dieta el niño recuperó la vitalidad; empezó a jugar, a reír, a correr y a volver a tener color en la cara", explica su madre. Los padres habían oído hablar de la celiaquía, pero se dieron cuenta de que no sabían prácticamente nada de la enfermedad de la intolerancia al gluten.
Fue empezar de cero e iniciar una búsqueda exhaustiva de información en beneficio de la salud de su hijo. "Poco a poco nos convertimos en expertos, sobre todo a la hora de supervisar las etiquetas de los productos de alimentación". Biel, como todos los celíacos, no puede ingerir alimentos que contengan harina de trigo, avena, cebada o centeno.
Cada vez hay más oferta en el mercado de productos sin gluten, el inconveniente es que duplican o triplican el precio respecto a los convencionales. El gluten afecta los intestinos y desgasta los filamentos que absorben los nutrientes de la comida, lo que puede ocasionar muchos síntomas y derivar en enfermedades más graves si no se diagnostica a tiempo.
Poco después del descubrimiento de la enfermedad a Biel, su abuela materna, Victoria Lázaro, de 59 años, fue ingresada para una operación quirúrgica. A raíz de la intervención, también le diagnosticaron la enfermedad. Era celíaca sin saberlo y al eliminar el gluten de su alimentación recobró la normalidad intestinal y superó el cansancio que sufría.
La presencia de dos celíacos en la familia obligó a cambiar los hábitos de alimentación y sanitarios. Un adaptación que han asumido todos con naturalidad. Sergio Romacho y su madre, Victoria Lázaro, son los cocineros del bar de tapas que regenta la familia en Ciutadella. Han decidido ofrecer menús sin gluten para celíacos.
"Siempre que una familia con un celíaco sale a comer fuera, tiene problemas para encontrar los platos adecuados. Por eso hemos decidido hacer las mismas tapas de siempre sin gluten", afirma Romacho. Y añade, "la idea es que cualquier persona afectada por la celiaquía no se prive de comer un buen bocata de albóndigas con tomate o bañar el pan en una tapa de sepia con salsa".
Estos son dos de los platos que ofrecerá el bar en la carta especial sin gluten. Una oferta que exige la máxima higiene en la cocina para evitar la "contaminación" con los alimentos de los platos de la carta normal del establecimiento.
Para ello, cuentan con microondas, nevera y congelador exclusivos para los productos sin gluten.
En Menorca hay otros bares y restaurantes que han sido pioneros de la cocina para celíacos, pero el bar de la familia Romacho es el primero en Ciutadella con esta oferta de gastronomía sin gluten que está abierto todo el año.