Aduciendo causas ajenas a su voluntad, la Conselleria de Agricultura, Medio Ambiente y Territorio del Govern balear anunció la pasada semana que no aplicará los tratamientos aéreos y terrestres contra la "lagarta peluda" en terrenos forestales donde se venía llevado a cabo en los últimos años. No obstante, el mismo conseller insular de Economía, Medio Ambiente y Caza, Fernando Villalonga, confirmó que la causa principal de esta decisión responde a cuestiones presupuestarias.
Ante esta situación, el Consell no tiene previsto reclamar al Ejecutivo autonómico que restablezca las fumigaciones para paliar la plaga de la lymantria dispar que afecta especialmente a los encinares de Menorca.
"Entendemos que, teniendo en cuenta la complicada situación económica, el Govern priorice otro tipo de actuaciones relacionadas, por ejemplo, políticas de bienestar social", apuntó Villalonga quien, aunque reconoció que la presencia de la oruga es engorrosa para los residentes en las fincas más cercanas a las zonas boscosas, excusó la supresión de los tratamientos de cara a esta temporada.
"Sabemos que la plaga supone una molestia considerable pero una vez que pase, hasta el año que viene", aseveró el responsable insular.
"No se trata de resignación, sino de sentido común", defendió el conseller, quien se mostró convencido de que si el Govern contara con los recursos suficientes para llevar a cabo los tratamientos aéreos y terrestres contra la oruga no hubiera optado por suprimir esta actuación.
Incidencia
Villalonga desconoce cuál será la incidencia de la "lagarta peluda" de cara a los próximos meses aunque matizó que la lymantria dispar no es, de momento, tan visible como en años anteriores por estas fechas.
Esta apreciación es confirmada por algunos payeses como Pedro Marquès, de la explotación de Binillobet, en Es Mercadal, muy afectada otros años por la plaga. "De momento no hemos detectado la presencia de la oruga", asegura.
Sin embargo, vaticina que las primeras larvas puedan dejarse ver en los próximos quince o veinte días. Mientras, en Sant Climent, el presidente de la Cooperativa Agrícola de Sant Llorenç, Bartomeu Pons, ha detectado la aparición de pequeñas "lagartas" que, según subraya, se ha retrasado este año. "El año pasado las orugas peludas comenzaron a nacer en marzo y en abril ya estaban muy crecidas", indica.
Cambio de estrategia
Por su parte, el GOB celebra la decisión tomada por el departamento encabezado por Gabriel Company, aunque lamenta que la supresión de las fumigaciones se deba a la falta de presupuesto y no a un cambio de estrategia en los sistemas de control de la plaga, según el coordinador insular de la organización ecologista, Cristòfol Mascaró.
El GOB se ha mostrado siempre contrario a la pulverización de las zonas afectadas al considerar que se trata de una actuación contraproducente. "Al fumigar no atacas tan sólo a la oruga sino también a otras especies que, a su vez, son depredadores de la lymantria dispar", apunta Mascaró.
Los ecologistas defienden que la "lagarta peluda" es beneficiosa para los bosques y aseguran que, en condiciones naturales, la plagas remiten tras tres o cuatro años. En esta línea, el coordinador del GOB subraya que las continuadas fumigaciones realizadas han roto este ciclo natural.
Asimismo, el experto apunta que las pulverizaciones con el insecticida Dimilín llevadas a cabo con motivo de la procesionaria provocaron "desequilibrios" en los encinares menorquines que dispararon la presencia de la oruga peluda.
"Creemos que la plaga de la lymantria dispar es un efecto colateral de las actuaciones para combatir la procesionaria porque la oruga peluda es una especie autóctona que antes no estaba descontrolada y ahora sí", remarca Mascaró.
El especialista reclama el control de la plaga de forma natural ya que, según afirma, "es más económico y más beneficioso para el medio ambiente". La alternativa que propone el GOB es la destrucción de las puestas manualmente, un sistema que favorecería una gestión de los bosques sostenible que daría lugar a una regulación natural de los mismos.
Mascaró admite que la oruga peluda puede ocasionar molestias en las zonas habitadas y, en este sentido, se confiesa a favor de fumigaciones puntuales para evitar este tipo de situaciones. Por el contrario, rechaza totalmente las pulverizaciones aéreas sobre grandes extensiones de bosques que, según afirma, están desaconsejadas por la Unión Europea debido a sus efectos incontrolados sobre otras especies.