Gabriela Paoli Austerlitz (Tucumán, Argentina, 1976) será la psicóloga encargada de conducir las reflexiones posteriores al pase del cortometrage "¡Mamá, volveré tarde! Un adolescente en casa" que se proyectará hoy en el Molí de Baix de Sant Lluís, a las 20.30 horas, dentro del ciclo "Ser pares d'un jove" que organiza la concejalía de Joventut del Ayuntamiento.
Gabriela Paoli es psicóloga y formadora. Vive en Menorca desde hace 10 años cuando vino a visitar a su padre y su hermana, se enamoró de la Isla y se quedó. Homologó su título de psicóloga en la UAB, hizo un posgrado en Alzheimer, otro en Mediación Familiar y promoción de la convivencia. Actualmente trabaja en su consulta y da cursos de formación además de realizar un máster en Pedagogía Terapéutica.
Hoy empieza el cinefórum "Ser pares d'un jove" en Sant Lluís con la proyección de "¡Mamá, volveré tarde! Un adolescente en casa". ¿De qué trata?
Este corto es muy interesante porque se puede ver la visión que tienen los padres de Paula de lo que le está pasando a su hija adolescente. Y por otro lado, Paula al ver el vídeo, hace su propio uno, en respuesta a las quejas, burlas y comentarios que hacen de ella sus padres. Entonces, se puede apreciar la diferencia, el contraste de perspectivas y de roles dentro de una familia.
¿Por qué la aceptación del cambio de la infancia a la adolescencia presenta dificultades añadidas respecto a la etapa anterior?
La adolescencia es una etapa en la vida de las personas que comporta la transición de la infancia a la vida adulta. Se trata de un período importante para la construcción de la personalidad. Es un período de cambio individual y cambio social. Muchas veces esta búsqueda de su propia singularidad conlleva una cantidad importante de conflictos con los amigos, familiares, profesores y frecuentemente, también con ellos mismos. Son unos años vitales durante los cuales se producen cambios físicos, psicológicos... que influyen en la conducta de las personas. Algunos cambios que se producen pueden desarrollar conflictos y dinámicas muy ricas en vivencias y experiencias emocionales pero a la vez el conflicto aparece como amenaza a la organización psíquica presente hasta ese momento del desarrollo evolutivo.
Por otro lado no solo se producen cambios en el adolescente sino también se modifica el lugar parental. En consecuencia se debe realizar un cambio que es un duelo para los padres. El reto será superarlos y que todos salgan enriquecidos de éstas experiencias.
¿Cuáles son las conductas que muestran síntomas de una situación de riesgo?
La mirada que actualmente tenemos los adultos de los adolescentes, los identifica como una población problemática, que a menudo queda estigmatizada. Esto puede ser una situación riesgosa que puede facilitar en los mismos una identidad negativa. La vulnerabilidad sociocultural de la etapa de la adolescencia se asocia al concepto de "conductas de riesgo". El riesgo implica la probabilidad de que la presencia de una o más características o elementos nocivos incremente la aparición de consecuencias adversas para la salud o para un proyecto de vida.
La mayoría de las investigaciones consideran como conductas de riesgo para los adolescentes los siguientes puntos: consumo de drogas, accidentes automovilísticos (exceso de velocidad), propensión a la violencia, embarazos no deseados, enfermedades de trasmisión sexual (sida) y la promiscuidad sexual, depresión, el estrés y el suicidio.
Existen múltiples variables que explican este fenómeno de riesgo, pero la mayoría de los investigadores coinciden que las variables más relevantes son las "psicosociales" incluyéndose en espacios sociales, familiares, escolares y del grupo de amigos. En lo social se destaca la accesibilidad y la aceptación del consumo de sustancias… En la familia se observan, relaciones afectivas pobres, una mala y/o escasa comunicación… En la escuela se identifica con variables como, absentismo escolar, desinterés por los estudios… A nivel individual se caracteriza por una baja autoestima, un erróneo autoconcepto, bajo umbral a la frustración, intolerancia a la espera…
El nivel de incongruencia entre las necesidades interiores y el mundo que los rodea, puede llevar a los jóvenes a un vacío existencial, a un sin sentido de la vida.
¿Qué pautas deben tener en cuenta los padres para mejorar el diálogo con sus hijos e influir positivamente en su manera de pensar y actuar?
Si bien es cierto que "hablando la gente se entiende," sabemos que "el que mucho habla, mucho yerra". Comunicarse efectivamente con sus hijos conlleva más que hablarles, y no es fácil, pero las herramientas necesarias para hacerlo están al alcance de todos. Sólo sugeriré algunas pautas.
Hoy en día se observa muchas veces, que se instalan relaciones de camaradería más que de autoridad. Así los padres dejan de ser un modelo de referencia. Los padres no son amigos, ni jueces ni enemigos. Por otro lado, los límites son necesarios, su función es proteger a sus hijos, para que se sientan seguros, cuidados, sostenidos, contenidos… queridos.
Escuchar: "Con el oído pero también con el cuerpo". Una de las maneras más importantes de llegar a conocer a sus niños, descubrir sus intereses, y enterarse de sus experiencias es escuchándoles. Escuchar con los oídos cuál es el mensaje, oyendo lo que dicen directamente, lo que dicen entre líneas, y lo que no dicen. Confirmar que se les entendió (por ejemplo: parafraseando).
Hablar: "Preguntando se llega a Roma". Demostrar respeto al hablar. Empezar con lo positivo, especificar los comportamientos que agradan y de los cuales se está orgullosos. Expresar reconocimiento y ofrecer elogios; demostrar afecto con palabras y gestos. Reforzar positivamente cada vez que tenga oportunidad. Nombrar emociones: gozo, tristeza, ira, temor, etcétera. Aceptar sus sentimientos y percepción de la situación. No minimizar sus problemas. Se suele aconsejar antes de tiempo, antes de que nos lo pida o estén listo para escuchar. Intentar que los mensajes sean: cortos, claros, precisos, pertinentes y realistas. Acordes a su edad y a su capacidad de comprensión.
Evitar: "Si el atajo fuera bueno, no existiría el camino:" Amenazar, cambiar el tema, rechazar, ignorar. Dar discursos, sermones, "lecciones de vida", interrogar, analizar, interpretar. Juzgar, criticar, culpar, atacar, avergonzar, humillar, ridiculizar, comparar. Evitar dar respuestas cerradas, que bloqueen la comunicación: "Es una tontería" o "Qué disparate".
En algunos casos, el problema no es de confianza, ni de falta de respeto, sino de tiempo. Es necesario encontrar un momento de disponibilidad para sus hijos.
Para finalizar, me gustaría recordar una frase de "El Principito, de Antoine De Saint- Exupéry: "El tiempo que perdiste con tu rosa, hace que tu rosa sea tan importante".