Unos cuarenta delegados y afiliados de Comisiones Obreras se concentraron a mediodía de ayer en la Plaza Miranda de Maó, bandera en mano, para expresar ante la Dirección Insular de la Administración General del Estado su firme oposición a la reforma laboral que ya está en vigor. El secretario general del sindicato, Ramón Carreras, reiteró las maldades que, a su entender, esconde esta normativa y realizó una dura arenga contra el comportamiento de los dirigentes actuales.
En un día espléndido, hubo menos concurrencia de la esperada. Incluso sobraron banderas de las que repartían los responsables de CCOO. Carreras reconoció la precipitación de la convocatoria y explicó que el acto, aún sin ser multitudinario, sirve de apoyo moral para otras protestas de más calado que han tenido lugar estos días en las principales ciudades de España.
Carreras comentó que la reforma laboral no da trabajo, sino que fomenta su destrucción, y que es "un acto de terrorismo político y empresarial". Arremetió contra el actual Gobierno central, al que acusó de haber cometido un fraude por estar realizando justamente lo contrario de lo que prometió en campaña electoral, y aseguró que son estos dirigentes, y no los participantes en los distintos actos de protesta, los que actúan con violencia, como antisistemas y con un carácter terrorista, puesto que deciden de forma contraria a lo que se supone en una democracia. Habló de actos de represión injustificados, como la actuación de la Guardia Civil en la protesta sindical del día de la inauguración de la variante de Ferreries.
Hubo cera también para los fondos que se destinan a los bancos mientras se recorta en educación y sanidad, y contra las decisiones que toman "una cuadrilla de neofachas globales". Todo esto, dijo, lo haría llegar al director insular Antoni Juaneda.