Son cerca de las dos de la tarde y al otro lado del Atlántico, en Nueva York para más señas, el reloj está a punto de marcar las ocho de la mañana. Después de varias llamadas infructuosas, la voz al otro lado del teléfono abre la conversación con un "perdona, creo que me he despistado y me había ido a correr".
La disculpa se acepta de buen grado cuando te dispones a escuchar a un eminente psiquiatra como Luis Rojas Marcos, profesor de la Universidad de Nueva York, ciudad en la que se estableció con 24 años y en la cual ha desarrollado su especialidad, llegando a presidir (1995-2002) el sistema de salud y de hospitales públicos de esa urbe.
Junto con una larga lista de méritos académicos y profesionales, además de la publicación de numerosos artículos y libros, su carácter curioso y distraído son rasgos que le acompañan desde la infancia, y que él mismo menciona en su curriculum; en cuanto a sus carreras por Central Park, constituyen una de sus fuentes de felicidad.
"Voy despacio, no creas, soy un vencedor lento", asegura, después de haber participado en numerosas ocasiones en la maratón de la metrópolis. Su trabajo para la Universidad de Nueva York, centrado ahora más en la gestión hospitalaria que en las clases; los artículos y libros "en castellano"; su familia; las amistades, "con mis amigos de España hago cosas muy diferentes a las que hago aquí"; y los juegos con "mi mejor amigo" Charlie, su perro, que le acompaña por el parque, son otros motivos de satisfacción en su vida, según comenta durante la entrevista.
Diversificar es la palabra clave, afirma el psiquiatra, para evitar que un embate de la vida se lo lleve todo. De eso y de la capacidad para superar la adversidad y recuperar la alegría de vivir viene a hablar Luis Rojas Marcos a Maó, invitado como ponente del Foro Menorca "Cuando creer es crear".
En su último libro habla sobre la capacidad de superar la adversidad, la resiliencia ¿cómo se acuñó ese término?
Es un anglicismo, 'resilience', y procede de la física, como 'stress', que curiosamente se usa igual y suena igual en todas las lenguas. El estrés es la fuerza o la presión que ejerce un objeto o el ambiente sobre otro, en el mundo de la psicología es la presión del entorno sobre una persona o la presión que uno mismo se crea. La resiliencia se refiere en física a un cuerpo que tiene resistencia y flexibilidad, como una pelota de goma o un muelle. Ese concepto aplicado en el mundo emocional es la capacidad que tenemos de encajar un infortunio sin rompernos, y con el tiempo poderlo superar y volver, más o menos, a nuestro estado anterior, a poder disfrutar de la vida otra vez.
¿Qué es lo que hace que una persona tenga o no resiliencia?
Todos tenemos una capacidad enorme para resistir y adaptarnos, si no fuese así, la humanidad habría desaparecido. Antes o después, todos vamos a tener una adversidad, muy pocos se van de este mundo sin haber sufrido alguna desgracia, la pérdida del trabajo, una separación, la muerte de un ser querido..., pero el ser humano tiene esa capacidad, porque está en los genes, forma parte del instinto de conservación. Luego, claro, el entorno y las experiencias nos van a ayudar o van a socavar esa capacidad. A un niño que crezca en el abandono le va a costar más trabajo desarrollar la confianza en sí mismo, la energía y la esperanza, que a otro que crece en un ambiente normal.
¿Cómo se mejora esa capacidad de superar los golpes de la vida?
Requiere un cierto trabajo. Las relaciones afectivas son un gran protector, nos ayudan a superar la adversidad. Ser consciente de ello es importante, si uno ve que se está aislando, hay que conectarse y compartir con los demás. Otro ejemplo, sabemos que la información, la información válida, ayuda a superar problemas y a tomar el control sobre ellos. Por ejemplo con las enfermedades, si uno no sabe lo que le está pasando, entra en pánico con mayor facilidad. Otra forma es diversificar, yo creo mucho en diversificar, no hay que poner toda nuestra fuente de felicidad en una sola cosa, es una forma de protegernos. Hay que diversificar e incluso compartimentar, porque si no también es un riesgo. Sabemos que entre las parejas que rompen, las que lo llevan mejor son las que tienen otras fuentes de felicidad.
Tenía razón, parece que requiere trabajo y organización.
Ayuda mucho lo que nosotros llamamos las funciones ejecutivas. Quiere decir que si uno piensa que es el director de una empresa, y esa empresa eres tú mismo, y tu misión en la vida es eso, vivir, disfrutar y contribuir..., pues para hacer esto, como cualquier ejecutivo, vas a tener que analizar las situaciones, los riesgos, tomar decisiones, utilizar la memoria. Estas funciones mentales te ayudan a pensar que tienes un cierto control sobre tu vida, y eso te da más seguridad que si piensas que todo es cuestión de suerte o que las cosas, hagas lo que hagas, no van a cambiar.
¿Qué es más difícil de superar, una catástrofe natural, un conflicto, una recesión, una desgracia colectiva o una individual?
Lo más difícil de superar son las adversidades causadas por otros seres humanos. Se supera mejor un terremoto o una inundación natural, que esa misma desgracia causada por la agresión de otras personas, como una guerra. Sufrir agresiones de los semejantes crea más confusión en las personas, uno no cuenta con que eso pueda formar parte de la vida necesariamente. El convivir es algo básico, y si se rompe con conductas extremas y de crueldad, eso es más difícil de llevar.
¿La resiliencia puede ser simplemente resignación, dejarse llevar ante el infortunio, o implica tener una actitud activa?
Habría que preguntar a las personas cuál es el significado de haberse resignado. Hay términos que no significan lo mismo para todos. Si resignarse significa que una persona ha tirado la toalla, se siente indefensa y que, haga lo que haga, no hay solución, ese tipo de resignación no es saludable. Resignarse significa "lo acepto, pero voy a hacer todo lo que esté de mi parte para superarlo o encontrar la explicación a lo que ha pasado", aunque tener una actitud activa no significa que se pueda arreglar el problema. Pero la resignación que implica fracaso o impotencia no es beneficiosa, en comparación con el espíritu de lucha y el intento de compensar una pérdida con otra actividad. Porque el sufrimiento en sí no es útil, socava nuestra energía.
Pero hay gente que siempre se queja y parece regocijarse en lo negativo.
Yo no creo que la gente se regocije en el sufrimiento porque eso es una contradicción, si uno sufre no disfruta. El sufrimiento no es útil, pero hay personas que después de una desgracia, una pérdida te dicen que han cambiado y son mejores. A eso le llamamos crecimiento post-traumático, pero lo que les hace crecer emocionalmente no es el sufrimiento sino cómo lucharon contra ese sufrimiento, esa actitud les hizo descubrir sus cualidades.
¿Cómo ayudan la fe, la fuerza de las creencias religiosas, la espiritualidad a la superación?
La religión es una muestra social o cultural de optimismo, en el sentido de que da esperanza. Si aquí sufro, en otro mundo no lo haré, o las injusticias se resolverán. Esa idea es muy optimista, si crees, el pensar que habrá justicia o tener esperanza en otra vida. No cabe duda de que las personas religiosas suelen llevar mejor el proceso de la muerte, lo vi cuando trabajaba en cuidados paliativos. Sin embargo, también he visto personas religiosas que, si les ocurre una desgracia, se rebelan en contra de su religión, es un grupo que no es la mayoría pero que se siente defraudado por su Dios, y lo llevan peor.
Hay toda una serie de teorías de autoayuda que insisten en la necesidad de pensar en positivo para atraer la felicidad. Si las cosas van mal, quizás es que no piensas lo correcto. ¿No es peor sentirte mal, triste, y encima tonto o merecedor de la adversidad?
La culpa es un sentimiento terrible, esas personas que se culpan por sus propias desgracias lo pasan mucho peor. Esto entra dentro de lo que llamamos el estilo explicativo, todos necesitamos explicarnos el porqué de las cosas, el cerebro no lleva bien el vacío de no saber. Cuando en la explicación sale "esto es culpa mía" lo vamos a llevar peor, el culparse a uno mismo no es positivo desde el punto de vista emocional. Aquí no hablamos de ética, de leyes o de justicia. La mayoría tendemos a culpar al vecino, y esto emocionalmente es muy útil.
Desde su experiencia en Estados Unidos ¿somos muy diferentes a la hora de reaccionar ante la adversidad?
Una diferencia es que en este país se glorifica la felicidad y el optimismo, se presume de ser feliz, algo que en España y en Europa no sucede. Eso no quiere decir que allí no sean felices, pero no se habla de ello. Aquí si expresas sufrimiento se tiende a culpabilizarte, algo habrás hecho. Pero hay muchas más similitudes que diferencias. En España y en Europa los números de satisfacción con la vida son bastante altos y no son diferentes de los de aquí, la diferencia es cultural. Aquí todo es más individualista, si tienes éxito eres tú, si es tu hijo el que triunfa es él no tú, se tiende a glorificar a la persona o a considerarla responsable. En otras culturas, también en Europa, si alguien tiene un problema es el problema de la familia, de la comunidad, aquí no, es del individuo. Son variaciones culturales, pero en el fondo tenemos todos los mismos sentimientos.
¿Cómo cree que se puede uno aislar, o no dejarse influir, por este ambiente negativo, alimentado por malas noticias, pero que son reales, sobre crisis, paro, desahucios o conflictos laborales?
El ser humano ha sufrido guerras terribles, como la II Guerra Mundial en la que murieron 52 millones de personas, algo increíble, pero lo importante es que se supera, porque si miramos hacia atrás, cada vez somos más y vivimos más, entonces algo tenemos que estar haciendo bien. Con eso no quiero minimizar el problema de la crisis, si te quedas sin trabajo, y para ti no sólo es una fuente de ingresos sino tu identidad, es un golpe muy duro. Pero la mayoría de las personas lo superan, tratan de minimizar el impacto, tienden a unirse más con sus amigos, su familia y piensan cómo salir adelante. El problema es que hay gente que confunde la noticia con la vida normal, que se contagia de la noticia y tiene pensamientos automáticos como "esto no tiene arreglo", pero si les preguntas, no es que ellos estén en esa situación, sino que tienden a asimilar la noticia y para ellos eso es lo que les ocurre a todos.
Para terminar, ¿nos puede dar unas pautas para aprender a ser un poco más felices?
Cuando estudiamos no le llamamos felicidad, porque esa es una palabra cargada de subjetividad, de poesía y de literatura, utilizamos la expresión satisfacción con la vida en general, que se entiende mejor. A ver ¿cuál es tu nivel de satisfacción?
Han cambiado los papeles (risas) Pues no me faltan los problemas, pero yo diría que un ocho.
Yo me doy un ocho y medio, si llegas al diez, te doy mi tarjeta. Y si yo te pregunto ¿qué le das al mundo en general?
Menos, menos.
Menos ¿verdad?, es curioso (más risas), si yo voy a ese mundo ellos se darían un ocho y a ti te darían un cuatro. Si, si. Tu contestación es normal, yo respondería igual. El cerebro está programado para ayudarnos a sentirnos bien, por el instinto de conservación. Si te sientes bien vas a tener motivos para vivir, vas a luchar más en momentos difíciles, vas a tener más predisposición a propagarte, esa es la idea, los que se sienten bien viven más.
La naturaleza lo tiene todo estudiado.
Claro, claro, el cerebro nos hace pensar, en general, que somos mejores.
Luis Rojas Marcos será el primer ponente del Foro Menorca este jueves día 5 a las 21 horas en el Teatre Principal de Maó.