Paseando por el centro comercial de Cala Blanca uno no logra comprender como es posible que Menorca pretenda ser un destino turístico de referencia, ya que comprueba el estado que presentan algunas de las urbanizaciones de las Islas, esos lugares en los que se ubican la mayoría de los hoteles y los apartamentos que acogen a nuestros visitantes.
Cala Blanca no es una excepción al mal estado generalizado de las urbanizaciones. Al moverse por el centro comercial uno puede elaborar una lista de cosas a mejorar: bancos rotos que son una amenaza para quien ose reposar en ellos; bordillos despedazados que ya han dado algún que otro susto en forma de caída de espaldas al bajar la acera; baldosas del suelo sueltas que hacen peligrar con tropezones al peatón; maceteros que no cumplen su función al no contener plantas y que son reutilizados como colilleros; plazas que apenas cuentan con farolas y que dejan a oscuras a los transeúntes; o desniveles en el suelo que provocan charcos no sólo con las lluvias sino también al limpiar los comerciantes el suelo.
Todo ello hace que a las quejas ya conocidas de los comerciantes de la zona se hayan unido las de los propios turistas e incluso de algún touroperador, que han manifestado su decepción por el estado que presenta la urbanización.
Y es que para ser un destino no basta con anunciarse, hay que ganarse la admiración y la confianza de los visitantes.