Sus palabras hablaban de admiración. Su mirada, de conocimiento y sus gestos de gran ternura. Ignacio Chillida, hijo del prestigioso creador vasco cuya obra escultórica ha dado la vuelta al mundo, desveló ayer desde Alaior la fascinación y seducción que sentía su padre en torno a la omnipresencia de la piedra del paisaje menorquín.
Y es que Eduardo Chillida encontró en Menorca el enclave perfecto donde poder compatibilizar el descanso con el trabajo. "Venía a la Isla para estar tranquilo, pero lo hacía con su trabajo, con aquello que no le requiriese una labor de taller", aseveraba Ignacio Chillida y añadía que "su ceramista le traía a la Isla los materiales preparados para que él les diera forma, y tras modelarlos, a final del verano volvía el ceramista y se llevaba las creaciones para su cocción en el sur de Francia".
Ignacio Chillida anunciaba que el escultor eligió Menorca por la amistad que le unía al ingeniero José Antonio Fernández Ordóñez y al escultor Rafael Trénor, autor de la esfera Armilar, ambos asiduos veraneantes en la Isla. "Buscábamos una finca grande y aislada y las que le gustaban a mi padre eran las menos accesibles y las que conllevaban mayores complicaciones, finalmente le convencimos de un lugar más cercano, de ahí que eligiéramos Quatre Vents". En ella,
Chillida llegó a elaborar 54 tierras, un material que empezó a interesarle mientras se encontraba en la Fundación Maeght realizando unos grabados. El golpe causado por este material despertó en él gran curiosidad por construir nuevas esculturas y aunque su deseo siempre fue el de instalar un taller en la Isla, nunca llegó a culminarlo.
Chillida resguardaba, bajo una higuera y en condiciones de humedad la tierra chamota para garantizar la correcta conservación del material. En su finca menorquina desarrolló importantes series de sus gravitaciones. Es más, Ignacio Chillida desveló ayer que fue en Menorca donde consiguió dar con la obra que iba a ilustrar el Libro de Parménides.
El creador se mostró siempre fascinado por la majestuosidad de la piedra del paisaje isleño. Desde los acantilados, a los vestigios talayóticos y las enigmáticas 'taules' pero también la retícula de muros de mampostería junto con la luz mediterránea atrajeron al creador hasta este rincón balear.
LA EXPOSICIÓN
El Ayuntamiento de Alaior inaugurará mañana en Sant Diego una exposición con los grabados del libro que el artista dedicó a Johann Sebastian Bach, una serie de serigrafías, partituras y manuscritos en 41 marcos, así como una muestra de seis tierras o "lurras" realizadas en Menorca. El hijo del escultor y director del Museo Chillida-Leku, Ignacio Chillida, es el comisario de la muestra. El Ayuntamiento ha programado actividades complementarias. Así, el 30 de julio, el catedrático de Estética de la Universidad Complutense, Valeriano Bozal, ofrecerá una charla en el mismo recinto expositivo sobre la originalidad de la obra de Chillida. La muestra que se clausurará el día 19 de agosto, fecha del décimo aniversario de su fallecimiento, se trasladará al Molí de Dalt de Sant Lluís donde estará expuesta hasta el 15 de septiembre.