Autoficha
Soy Claudia García Marqués, tengo 41 años y soy de Goiana, de Brasil. Estoy casada, tengo tres hijos y vivo en Maó. A los quince años sufrí una agresión y eso hizo que, desde entonces, practique artes marciales. Soy cinturón negro de hapkido y de taekwondo, y marrón de kick boxing. Ahora organizo un curso de defensa personal femenina en Menorca.
¿Hasta que punto es necesario que una mujer tenga conocimientos de defensa personal?
Lo veo necesario porque, hoy en día, todavía existe el preconcepto de que la mujer es el sexo débil. Y así es como el hombre se aprovecha de ella, de ahí la violencia de género. Una persona tiene derecho a defenderse, es un derecho al honor. Que una persona sea agredida supone un ataque a estos derechos que nos da la Constitución. Es una pena que tengamos que llegar a este punto. Tengo casos de violencia de género en la familia, y hay muchas mujeres que la sufren. En Palma, las casas de protección ofrecen cursos de defensa personal.
¿Cómo es el curso que impulsa?
Es un curso básico. Mentiría si dijera que con un curso de tres horas las chicas podrían hacer inmovilizaciones o afrontar una lucha cuerpo a cuerpo con un hombre o con alguien más fuerte. Pero es un curso eficaz con el que me propongo enseñar golpeos básicos, en los puntos vitales o de presión, como la nariz, la boca o la rodilla. Lugares donde, con un simple toque, puedes evitar una agresión. También se explican cosas básicas, como de prevención, que lo mejor es salir corriendo, no hay que ir por sitios donde puedas sufrir una agresión. En una sesión se pueden dar nociones, para que tengan una base para evitar una agresión. Lo primero es prevenir, pero si no, hay que tener nociones de golpes básicos para poder escapar. Quiero enseñar cómo utilizar elementos de uso común, como una revista, un bolígrafo, un pintalabios, o las llaves, cualquier cosa que las mujeres puedan llevar en el bolso. Cosas eficaces y básicas que te pueden ayudar a la hora de evitar una agresión.
¿Es el primer curso que realiza?
Sí, es la primera vez. Yo practico artes marciales desde los quince años, cuando sufrí una agresión. Me cogieron por detrás, del pelo, y me pusieron un cuchillo en el cuello. Menos mal que vinieron dos amigos y me ayudaron que si no... Desde ese momento, mi madre me apuntó a un gimnasio. Pero yo me lo tomé como un deporte, como una filosofía de vida, no para defenderme.
¿Cuántas mujeres se han inscrito?
Tenemos a 28 mujeres apuntadas. Ya hace tiempo que he empezado con las inscripciones, cree un evento en Facebook y he colgado carteles. Todavía hay tiempo, el curso es este sábado por la mañana, de 9 a 12 de la mañana en el polideportivo de Maó.
¿Y el motivo que dan para apuntarse es el de tener recursos para defenderse?
Sí, vienen para saber protegerse. Pero no solo para eso, también para coger más autoconfianza, porque a veces tener más confianza en uno mismo ayuda, puedes atreverte a determinadas cosas. Las artes marciales siempre se han visto como algo para hombres, y es un tabú que hay que romper. Todavía hoy la mujer piensa que es para hombres, que no lo podrán hacer, o que no tendrán la suficiente fuerza. Hay que acabar con eso.