En su primera declaración ante el juez José Castro, hace ahora aproximadamente un año, Iñaki Urdangarín se dirigió a los periodistas nada más llegar y aseguró que iba a contar la verdad y a defender su honorabilidad. Ayer, un año después, tenía otra misión, querida o impuesta: la de desvincular a la Familia Real o la Casa de Su Majestad el Rey (como él dijo literalmente) del gigantesco despropósito –presuntamente delictivo- en que se han convertido sus negocios. Sin embargo, su firmeza en la defensa de la Casa Real no encontró corresponsabilidad en la declaración del secretario de las Infantas, Carlos García Revenga, quien ayer no se esforzó en absoluto en salvar al duque. Más bien todo lo contrario. La estrategia está -o parece…- marcada.
El yerno del Rey llegó a los juzgados de Palma a las 9.15 horas. Más serio y firme que hace un año. Menos aturdido, pero más demacrado aún si cabe, bajó rápida y firmemente la rampa de acceso al juzgado, con un escueto buenos días a los más de 200 periodistas que le esperaban. Ayer se le veía más centrado, ya sabía qué le esperaba. Y también tenía claro qué debía hacer.
Los gritos de los cerca de 300 manifestantes que le aguardaban poco pudo oírlos porque las medidas de seguridad, bastante exageradas, habían alejado la protesta. El despliegue policial casi equiparaba en número al periodístico. En perfecta convivencia, eso sí. El marido de la Infanta Cristina llegó en un coche que le dejó a pie de rampa y se fue de la misma manera, sin ver a quienes se manifestaban… y quizás tuvo que pasar o no por la Rambla que ya no lleva su nombre, tal y como recordaban ayer los manifestantes. La protesta –con consignas coreadas como "empalmado oe, empalmado oe…." o gritadas como "los Borbones, a los tiburones" - fue activa hasta que, a medida que pasaban las horas y el frío se recrudecía, fue decayendo… después de sonoras pitadas de los vehículos que circulaban por las Avenidas y que respondían a la invitación de los manifestantes a "pitar contra la corrupció".
Tampoco leyó Ikañi Urdangarín pancartas que rezaban "Duque, En Palma No" o "Tu pasado: emPalmado, tu presente: embargado y tu futuro: encarcelado". Lo que leyó el Duque fue otra cosa…. Una declaración por escrito y que casi simultáneamente hacía pública la agencia Efe, en perfecta sincronía. La estrategia marcada.
"Antes de someterme a las preguntas en este Juzgado, quiero declarar que, como consecuencia de la entrega y difusión de determinados correos y documentación presuntamente relacionados con este procedimiento, se ha producido en las últimas semanas un desplazamiento del foco de esta instrucción, de los hechos propiamente dichos hacia un proceso público al pretendido papel de la Casa Real en los mismo. A este respecto, declaro que la Casa de Su Majestad el Rey no opinó, asesoró, autorizó o avaló las actividades que yo desarrollaba en el Instituto Nóos. Por el contrario, cuando tuvo conocimiento de la existencia de reproches políticos a las administraciones públicas contratantes, la Casa de Su Majestad el Rey me trasladó las recomendaciones oportunas para que dejara de realizar una actividad que no consideraba adecuada para mi status institucional y así lo hice". Así cumplió Urdangarín con su deber con la Casa.
Luego, tras esa solemne o forzada declaración, ya casi todo fue negar, no recordar o no querer contestar sobre determinados temas (por ejemplo el correo cruzado con Corinna). Negó cuentas en Suiza propias o a través de testaferros, la supuesta entrevista en Zarzuela con Camps y Barberà –el juez dijo que habrá que ver el libro de registro de visitas de Palacio- o haber cobrado por gestiones para Madrid 2016.
Y luego se hizo un lío... cuando después de que su abogado impugnara los correos aportados por Diego Torres a la causa porque aseguró que se desconocía su origen y que por ello podían ser manipulados.... Urdangarín contestó y dio explicaciones sobre el contenido de algunos. ¿En qué quedamos?
Tras cuatro horas de declaración, el duque abandonó los juzgados. Pero para nada podía respirar aliviado. El secretario personal de su esposa, la Infanta Cristina, y de la Infanta Elena, Carlos García Revenga, en su declaración ante el juez Castro no hizo esfuerzo alguno por minimizar el papel de Urdangarín en Nóos. Atribuyó a Urdangarín el mismo peso y responsabilidad en Nóos que a su socio Diego Torres, asegurando que eran los dos quienes dirigían conjuntamente el instituto. Vamos, que los dos cortaban el bacalao.... vino a decir. El secretario se desvinculó totalmente de la actividad de Nóos y dijo que era el tesorero por amistad y relación de confianza con el duque.... hasta 2006, fecha en que el duque ya tenía "una edad" y no precisaba tutela. Insistió en que él nunca tomó decisiones y que cuando posteriormente, por los medios de comunicación, vio las cantidades que manejaba Nóos se "sorprendió muchísimo". Incluso dejó en el aire la duda de una presunta falsificación de su firma en un acta que no reconoció. Eso sí, sí que se esforzó en dejar clara la desvinculación de la Casa Real.
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