En Menorca hay 1.495 monumentos declarados Bien de Interés Cultural (BIC), la máxima protección monumental que se concede en nuestro país. Ello supone que en los poco más de setecientos kilómetros cuadrados de la Isla se reúne casi el diez por ciento (el 9,11, en realidad) de los 16.409 BIC que hay en toda España.
La gran mayoría de estos bienes menorquines son yacimientos talayóticos, de ahí que el antiguo eslogan promocional que decía que Menorca es un museo al aire libre sea una verdad como un templo.
Estos datos se expusieron en el segundo día de las IX Jornades d'Història Local i Patrimoni Cultural a Menorca que organiza el Centre d'Estudis Locals y que hoy concluyen con una excursión guiada y una velada poética (el lector puede encontrar más detalles de estos actos en la sección "Hoy en Menorca" de la página 13).
Las dos primeras ponencias de ayer se centraron en los trabajos que se están llevando a cabo para obtener la declaración de la UNESCO de la Cultura Talayótica de Menorca como Patrimonio Mundial, y de la experiencia de Tarragona, cuyo conjunto romano obtuvo en el año 2000 este importante reconocimiento internacional.
La arqueóloga Margarita Orfila, profesora de la Universidad de Granada, presidenta del Ateneo y miembro del IME, fue la encargada de exponer los trabajos que se llevan a cabo para lograr que las taulas, talayots y otras edificaciones de nuestros antepasados entren en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Orfila explicó que los 25 yacimientos menorquines que se han elegido como muestras de la cultura talayótica menorquina reúnen todas las condiciones que el organismo de la ONU para la difusión de la Cultura y el Patrimonio, exige.
La declaración de la UNESCO supone no sólo un acicate para la protección y la difusión y un aumento de la autoestima para los ciudadanos que ven valorado su pasado, sino también un impulso para las visitas turísticas. Al menos así sucedió en Tarragona, donde entre 2000 y 2008 se doblaron las visitas a los monumentos de la antigua Tarraco, según explicaron la concejal de Cultura, Maria Carmen Crespo, y el director del Museo de Tarragona.
Señalaron también que años antes la UNESCO había rechazado la declaración. Una intensa campaña de apoyo de ciudadanos y entidades fue una de las claves para que en 2000 Tarraco consiguiera el sí definitivo de París.