El puerto de Maó no ha de perder ni un crucero de las cien escalas programadas para este verano. Con este objetivo Autoridad Portuaria (APB) y Capitanía Marítima se han puesto de acuerdo para que los cruceros que no puedan atracar en los muelles interiores por la falta de calado fondeen en la zona de Cala Figuera, según la información facilitada por el presidente de APB, José María Urrutia.
La administración responsable del puerto va a realizar controles continuos de la profundidad real en las zonas de los muelles. También se pedirá el calado de todos los barcos en cada entrada a puerto, para evitar cualquier riesgo de accidente. Urrutia ha explicado que los fangos se desplazan, en parte por causa de las hélices de los barcos durante las maniobras de atraque.
Apunta que otras causas "históricas" de los problemas de falta de profundidad son las "aportaciones continuas de material del torrente de la Colársega" y del alcantarillado de Maó y Es Castell "que sigue vertiendo en aguas del puerto".
Los últimos datos aportados por las batimetrías, que se pueden descubrir en el cuadro superior, obligan a reducir el calado máximo para autorizar los atraques en cada uno de los muelles. Además ha de tenerse en cuenta la incidencia de las oscilaciones de marea, que llega a alcanzar los 40 centímetros. De todas formas, el presidente de APB no ha querido concretar el número de cruceros que resultará afectado por la limitación.
Insiste en la idea de que el dato variará en función del calado real de los barcos cada vez que toquen puerto. No servirán los datos de fabricación de cada buque, sino que habrá que indicar la incidencia de la carga en cada travesía. El crucero de mayor calado de las escalas de esta temporada es el Saga Sapphire, que entrará en Maó el 30 de abril a las 8 de la mañana.
El mismo criterio técnico se aplicará a los buques de líneas regulares, en la zona del Cos Nou, y al petrolero en los muelles de la base naval, que deberá realizar más trayectos para reducir calado.