Juan Nuevo Alemany (Maó, 1963) lleva 25 años en Inglaterra, pero continúa sintiéndose totalmente menorquín. Tan solo le delata un marcado acento inglés cuando se expresa en castellano. El mahonés escucha a través de internet las emisoras de radio menorquinas y lee los periódicos locales, además de visitar la Isla siempre que puede. De hecho, su hija mayor, Marta, se casará en la Isla el próximo 16 de agosto.
Nuevo se marchó a Inglaterra por amor. Conoció a su mujer, María, en la iglesia evangélica. Ella tuvo que regresar y el menorquín decidió seguirla. Pasaron por Londres, Blackpool, Cosham y Bath hasta que se instalaron en Nantwich, un pueblo de Chester donde el mahonés se formó como pastor evangélico.
Hace 16 años, el matrimonio se instaló definitivamente en Yate, un pueblo cercano a Bristol. Nuevo estuvo al frente de la iglesia durante muchos años y ejerció también como capellán de prisiones. Ahora se dedica a formar a pastores jóvenes y a impartir conferencias.
¿Qué recuerdos tiene de su infancia en Menorca?
Nací en las llamadas casas de la Gesa, donde trabajaba mi padre. Estudié en el Colegio Sa Graduada, que por entonces se llamaba Primo de Rivera. Desde pequeño jugué a fútbol con el Sporting Mahonés y llegué a dedicarme de manera semiprofesional. Sin embargo, cuando empecé el Servicio Militar tuve que dejar de jugar.
¿Hizo la 'mili' en la Isla?
No. Estuve un mes de instrucción en Córdoba y después me destinaron a Sevilla. Padezco una enfermedad llamada narcolepsia, que te lleva a quedarte dormido en cualquier momento sin poderlo controlar. Sin embargo, por aquel entonces nadie sabía decirme qué me pasaba exactamente y me obligaron a hacer de todos modos el Servicio Militar.
¿Qué pasó?
Un día, haciendo una guardia, me quedé dormido. Un alférez me encontró y, ante la situación, decidieron hacerme pruebas. Estuvieron un mes investigando mi caso en un hospital, me hicieron muchas pruebas y, finalmente, quedé exento de acabar el servicio.
¿Regresó a Menorca?
Sí, volví a la Isla y empecé a trabajar como decorador con Antoni Pons. También continué jugando con el Sporting Mahonés. Al cabo de un tiempo, decidí abrir una tienda de ropa llamada "Flash" en la calle Concepció, frente al antiguo cine Alcázar, pero no funcionó y volví a trabajar como decorador de nuevo, esta vez como autónomo.
¿Dónde conoció a la que hoy es su esposa?
En la iglesia evangélica que estaba ubicada en la calle del Àngel de Maó. María había venido de vacaciones, después de estudiar Arte en la universidad. Su tío tenía un apartamento en Son Vilar y se lo ofreció para que pasara unos meses en Menorca. Ver a una chica inglesa de veintipocos años en la iglesia no era nada habitual y todos nos fijamos en ella. En un primer momento, no teníamos mucha relación, pero un día nos encontramos en el picadero de Alaior.
¿Qué hacían allí?
Yo tenía un caballo y ella estaba interesada en aprender a montar. Empezamos a hablar y, con el tiempo, la relación fue evolucionando. Sin embargo, tres meses después me comunicó que se iba de nuevo a Inglaterra porque no tenía trabajo y no se podía mantener.
¿Se fue con ella?
Primero le ofrecí trabajar conmigo como decoradora y se quedó tres meses más, el tiempo que le permitía su visado. Finalmente, decidí marcharme con ella a Inglaterra.
¿Qué edad tenía entonces?
Solo 25 años. Nuestra intención inicial era estar tres meses allí, que es lo que me permitía el visado, y regresar a Menorca. El primer mes lo pasamos en Londres, donde su tío tenía un apartamento cerca del centro de arte Barbican Centre. Recuerdo que Londres no me gustó nada en un primer momento, me pareció una ciudad gris y fea.
¿Dónde se instalaron después?
Fuimos a Blackpool, la ciudad en la cual vivía la familia de María. También estuvimos una temporada en París, donde mi esposa había trabajado como 'au-pair'. Tenía muy buena relación con la familia que la acogió durante aquella época y me ofrecieron trabajo. Necesitaban ayuda para hacer una pequeña obra en su casa y nosotros necesitábamos dinero. Además, el hecho de marcharnos a París me permitió renovar por otros tres meses mi visado.
¿Solo podía estar tres meses en Inglaterra?
Sí. Si quería quedarme más tiempo, la única opción era que nos casáramos. Y eso hicimos. La ceremonia tuvo lugar el día 17 de diciembre de 1988 en Sheffield, donde había nacido mi mujer. Mi familia no pudo asistir a la boda puesto que el viaje era muy caro y, además, no hablaban inglés.
¿Usted dominaba el idioma?
No, me defendía un poco y mi mujer sabía algo de español. Al principio, tirábamos así y, a día de hoy, nos comunicamos en inglés habitualmente, aunque ahora mi esposa habla castellano perfectamente. Solo cuando discutimos lo hacemos en español para que los niños no nos entiendan (ríe). A nuestros hijos les hemos hablado más en inglés que en español puesto que cuando eran pequeños pasamos mucho tiempo viviendo en comunidad y no nos pareció bien hablarles en una lengua que el resto no podía entender. Solo mi hija mayor se ha esforzado por aprender el castellano. De hecho, tuvimos una 'au-pair' valenciana y aprendió mucho gracias a ella. Yo, por mi parte, nunca fui a clases de inglés, lo aprendí de forma natural, como un niño, a base de escuchar y equivocarme.
¿Continuaron viviendo en Blackpool tras contraer matrimonio?
No, justo antes de casarnos nos instalamos en un pequeño pueblecito llamado Corsham y posteriormente nos trasladamos a Bath, donde vivimos durante más o menos un año. Allí nació mi hija mayor, Marta. Después nos fuimos a un pueblo de Chester, Nantwich, donde entré en el colegio bíblico Elim Bible College.
¿Por qué optó por hacerse pastor evangélico?
Era mi vocación, siempre he estado muy vinculado con la iglesia. En un primer momento no me aceptaron en el colegio porque mi inglés no era lo suficientemente bueno, pero un año después, me aceptaron.
¿Cuánto tiempo duró su formación?
Estuve estudiando durante dos años. Durante ese tiempo vivimos toda la familia en el mismo colegio. Teníamos una habitación para los tres y mi mujer trabajaba como profesora de inglés en el mismo centro. Mi segundo hijo, Rubén, nació en 1991, durante nuestra estancia en el Elim Bible College.
¿Qué hicieron al finalizar sus estudios?
Regresamos a Bath, donde estuve un año haciendo prácticas en una iglesia. Ya era oficialmente pastor y podía oficiar misas. Las celebraciones evangélicas son, de algún modo, más alegres que las católicas. Cuando terminó mi contrato de prácticas se me presentó la oportunidad de hacerme cargo de la iglesia de Yate junto con otro compañero del centro.
Y se trasladaron allí…
Sí. Yate tiene un tamaño similar al de Maó y se encuentra a una media hora en coche del centro de Bristol. La verdad es que allí me sentí más a gusto que en una ciudad grande como Londres. Yate es confortable, casi todo el mundo se conoce y puedes ir a andando a todas partes, cosa que a mí me va muy bien porque debido a mi enfermedad no puedo conducir. Nosotros, después de muchos años viviendo de alquiler, nos compramos una casa unifamiliar con jardín en un pueblecito situado muy cerca de Yate llamado Old Sodbury, que vendría a tener un tamaño similar al de Llucmaçanes.
¿Nunca se plantearon la posibilidad de volver a Menorca?
Sí, pero era muy complicado. Yo había conseguido convertirme en pastor después de mucho esfuerzo y era difícil que pudiera desarrollar mi carrera en la Isla. Además, nuestros hijos eran pequeños y, al tener trabajo y nuestra vida montada en Inglaterra, decidimos quedarnos.
¿Visitaban la Isla con regularidad?
Durante los primeros 10 o 15 años en Inglaterra no tuve mucho contacto con la familia. Recuerdo que viajamos a Menorca cuando Marta tenía seis meses, pero después entré en el colegio bíblico y pasó mucho tiempo hasta que pudimos volver. Con el tiempo fuimos más a menudo. A mis hijos les encanta la Isla. De hecho, Marta se casará en Menorca el 16 de agosto. Asimismo, el año pasado le compramos al tío de mi mujer el apartamento de Son Vilar y, por tanto, tenemos más libertad para viajar hasta la Isla. Puede que cuando nos jubilemos volvamos o quizá estemos seis meses en Yate y otros seis meses en Menorca, todavía no lo hemos pensado bien.
Volvamos a sus inicios como pastor...
Al principio, mi principal problema era la lengua. De todas maneras, hay que decir que las celebraciones evangélicas son muy relajadas y, de hecho, los pastores ni siquiera llevamos una vestimenta especial, simplemente unos tejanos, una americana y una corbata. La verdad es que el trabajo me encantaba y nos permitió entablar muchas amistades.
¿Les resultó fácil conocer gente?
Sí. La comunidad de la iglesia fue un gran apoyo para nosotros cuando llegamos a Yate. La gente se abrió a nosotros y nos ayudó mucho.
También fue capellán de prisiones…
Sí. Durante mi época como pastor estuve muy involucrado con las prisiones de alta seguridad. Iba a las cárceles y ofrecía mi apoyo a los presos.
¿Cómo respondían?
La mayoría eran jóvenes de entre 16 y 21 años que buscaban una relación de padre-hijo. Se sentían solos y sabían que yo no iba a traicionarles. Algunos tan solo querían hablar conmigo y otros querían también acercarse a la fe. La vida allí era dura, pero les permitía formarse en cualquier ámbito.
¿Continúa ejerciendo como pastor?
No. Ahora me dedico a ayudar a otros pastores jóvenes, ejerzo como consejero matrimonial e imparto conferencias. Por su parte, mi mujer trabaja como profesora de arte en una escuela de Educación Primaria de Swindon, una ciudad que se encuentra a media hora en coche de Yate. Mi hija mayor, Marta, ya no vive con nosotros. También es profesora y comparte casa con unas amigas en Yate. Al tener más tiempo libre, he empezado a pintar cuadros.
¿Una nueva afición?
Sí. Tenía algunos conocimientos, pero nunca había pintado. No obstante, recuerdo que de pequeño pasaba largas horas en el jardín copiando a tamaño poster imágenes de tebeos de Zipi y Zape o Buffalo Bill.
¿Qué tipo de cuadros pinta ahora?
Mi obra es abstracta expresiva. He pasado bastante tiempo estudiando a Marc Rothko y Jackson Pollock. También me gusta mucho Kandinsky, cuya obra tiene además una vertiente cristiana.
¿Ha expuesto algunas de sus obras?
Sí. Mostré algunos cuadros en un espacio de la biblioteca de Yate, donde puedes exponer y ellos se quedan el 20 por ciento de lo que ganas si vendes tus obras. La exposición estuvo abierta durante cuatro semanas.
¿Tuvo éxito?
Sí. Las pinturas en papel enmarcadas se vendieron casi todas. La verdad es que me gustaría hacer más exposiciones en un futuro.
¿Algún otro hobby que destacar?
Junto a un grupo de gente joven estamos intentando poner en marcha una radio comunitaria, similar a Radio Es Castell, donde cualquier persona puede ir a presentar un programa. De todos modos, estamos empezando. De momento tenemos licencia para emitir a través de internet y el centro comercial de Yate nos ha prometido que nos dejará unas oficinas para habilitarlas como estudio de forma gratuita.
Tras 25 años en Inglaterra, ¿sigue sintiéndose menorquín?
¡Sí! Menorca siempre será Menorca. Mucha gente en Yate conoce la Isla y cuando les digo que nací allí me preguntan qué hago viviendo en Inglaterra. ¡Yo les digo que mi mujer me trajo como souvenir! Es cierto que cuando hablo menorquín o castellano tengo acento inglés, pero también cuando hablo inglés tengo acento español. Por otro lado, soy del F.C. Barcelona a matar, incluso cuando juega contra equipos ingleses apoyo a mi equipo. Tengo televisión de pago y veo todos los partidos, a veces en compañía de mi hijo, que también es del Barça. ¡No le permitiría ser de ningún otro equipo! (ríe).
¿Conserva amigos en la Isla?
Es difícil, pero gracias a internet he podido retomar la comunicación con algunos de ellos. Además, leo los periódicos de la Isla y normalmente escucho la SER de Menorca o Radio Balear.