Max y Chica nacieron, con apenas unos días de diferencia, hace un año y diez meses. Desde entonces la vida les ha llevado por un mismo camino. Sus dueños pasaron a ser Sergio González y Lluís Gomila, ambos agentes de la Policía Local de Alaior. Desde entonces Max y Chica fueron educados para llegar a ser perros "saig", algo que Sergio y Lluís sabían que se estaba aplicando en otros puntos de España.
Fueron educados, en el seno de sus respectivas familias, con esta orientación y durante el último medio año aproximadamente han realizado un curso preparatorio en Extremadura, que les ha acreditado, tanto a los canes como a los agentes, como potenciales integrantes de unidades policiales caninas.
Sergio y Lluís expusieron la idea a sus superiores y fue muy bien recibida. Tanto que la Unidad Canina de la Policía Local de Alaior es ya una realidad, con uniformes específicos (para los perros también) y un coche adaptado para transportar a los animales. Quedan por ultimar detalles de su modo de operar. Su cometido será detectar sustancias estupefacientes (cocaína, heroína, hachís y marihuana), tanto en bolsas como escondidas en coches o en la vestimenta de las personas sospechosas.
El concejal responsable de la Policía Local, Arturo Pons, comentó que su labor será eminentemente preventiva, con una presencia importante en las inmediaciones de los centros docentes, como apoyo al Policía Tutor. Explica, y lo refrenda el jefe de la Policía Local, Francisco Pons, que la utilización de perros permite evitar los incómodos cacheos, "es un método mucho más discreto, menos violento para el agente y para la persona que tal vez no lleva nada".
Lluís Gomila comenta que los perros están "muy socializados y son muy nobles", por lo que son capaces de actuar en lugares donde hay mucha gente, como parques públicos, sin alterarse. "Para ellos, cuando trabajan es un simple juego". Max es de raza golden y Chica un perro alemán, razas especialmente indicadas para esta labor.
Quietos
La demostración realizada ayer por los cuatro integrantes de la Unidad Canina de la Policía Local de Alaior evidenció que localizan la droga con extrema rapidez, incluso si se trata de cantidades muy pequeñas. Los perros actúan con la denominada "detección pasiva", es decir, cuando dan con la sustancia simplemente se sientan y se quedan quietos. Si su propietario y agente insiste, apuntan hacia el lugar concreto donde está el botín. Luego, de inmediato, se les recompensa con su juguete favorito y reciben la efusiva felicitación del policía. Estímulo, acción, premio. Un juego en definitiva.
La alcaldesa Misericordia Sugrañes explicó que la sensibilidad de los perros es tal que hace unos días uno de ellos protagonizó una anécdota cuando durante un simple paseo, con su dueño en su tiempo libre y de paisano, se quedó parado junto a una personas que estaba sentada en un banco. El motivo, se lo pueden imaginar ustedes.
Arturo Pons quiso resaltar que la realización del curso formativo ha supuesto un gran esfuerzo para ambos agentes, que cada mes durante el último medio año se han tenido que desplazar con los perros a Extremadura a costa de sus días libres, sin perder ni una sola jornada de servicio. El Ayuntamiento de Alaior contribuye asumiendo los costes económicos, como la alimentación de los animales, sus visitas al veterinario o los seguros, según explicó el propio concejal.