Los turistas no paraban ayer de fotografiar la enigmática cara con los ojos cubiertos por un velo que preside el portal de acceso a Cas Comte.
Mientras la calle Major des Born hervía de gente en un día nublado y lluvioso, en la planta baja de la casa noble una lámpara iluminaba el despacho decorado con antigüedades de Juan Manuel Valero Fortuny (Barcelona, 1938), desde donde gestiona uno de los más importantes patrimonios de Menorca, si no el mayor.
El administrador de la sociedad Fastfor y heredero del conde de Torre Saura, José María de Olives y de Ponsich, fallecido el 16 de enero de 1995 sin descendencia, es propietario de unas 2.500 hectáreas en Menorca: s'Albufera, una de las fincas de mayor superficie de Balears, Ses Truqueries, Es Banyul, Son Saura Nou y Bellavista, además del Molí des Comte a la entrada de Ciutadella, el edificio noble de Cas Comte y sus casas adyacentes, y un huerto en Es Pla.
La envergadura de su patrimonio le ha llevado a crear una fundación, que velará por la conservación de todos los bienes y que tendrá finalidad benéfica para atender a menorquines sin recursos y para promocionar la cultura.
La nueva entidad, oficialmente consituida el pasado 20 de agosto, se llamará Fundación José María de Olives y de Ponsich, conde de Torre Saura. Su sede será Cas Comte, donde reside Juan Manuel Valero, una casa noble cuidada y conservada hasta el mínimo detalle, y con una colección única de antigüedades relacionadas con la historia de Menorca de la que el actual propietario se muestra orgulloso. Nos recibe impecable y educado, acompañado por su inseparable y esbelta podenca ibicenca.
El conde de Torre Saura le designó heredero, ¿le reveló alguna voluntad sobre la forma de gestionar su patrimonio? ¿Cómo lo recuerda?
José María de Olives era una persona para quitarse el sombrero. Existía una amistad de toda la vida entre su familia y la mía, que se forjó en Barcelona y continuó en Menorca. Mi madre, Joaquina Fortuny, procedía de una familia propietaria de pequeñas fincas, y entabló una estrecha relación con la hermana del conde, Dolores. Cuando José María de Olives murió, quiso que yo fuera el heredero por desavenencias familiares. A mí me cogió por sorpresa porque no lo supe hasta después de su fallecimiento.
¿Por qué ha optado por una fundación para gestionar su patrimonio?
Hay muchas fórmulas, pero esta tiene un objetivo. Pasa el tiempo y hace seis años que estoy trabajando para hacer realidad la fundación. Me ha costado mucho trabajo. La creación de la fundación ha sido el primer paso. Tengo las tierras y un buen contacto con un grupo de Ginebra, Suiza, de capital internacional dispuesto a realizar inversiones. Falta atarlo todo, poco a poco.
Habla de un objetivo, ¿cuál es y cómo funcionará la fundación?
El fin es ayudar a los menorquines sin recursos, a la gente que se lo está pasando mal. Este es el objetivo final, pero hace falta tiempo. La fundación está formalizada y registrada, pero este solo es el inicio. Tanto Bernardo de Olives, anterior conde de Torre Saura, como su hijo José María y mi madre siempre me decían que en esta vida las cosas deben hacerse "poc a poc", sin correr y sin prisas. Soy consciente que es un proyecto que debe materializarse paso a paso.
¿Qué patronos ha designado para gestionar esta nueva entidad?
Los patronos son Guillermo de Olives Olivares, el abogado Emilio Zegrí y yo mismo presidiendo la fundación. Habrá uno o dos patronos de Barcelona, cuyos nombres ya se sabrán. También pueden ser suplentes y podrían incorporarse el alcalde José María de Sintas, cuya madre era prima del conde, y Blanca de Olivar Oliver, cuya familia está emparentada con el conde.
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