La periodista Mercedes Milá dice de ella que es poseedora de un baúl de recuerdos que valen oro. Y a decir verdad, Margarita Caules es un manantial de historias, una novela costumbrista con forma de mujer. Estos días, la colaboradora del "Menorca", ágil cronista de lo mundano y lo espiritual, ha pasado de ser fértil informadora de vidas propias y ajenas, a ser protagonista y fuente de la noticia. Y lo ha hecho precisamente por ser propietaria de ese simbólico baúl de recuerdos lleno de legajos, documentos, imágenes en sepia y objetos de vidas pasadas "que valen oro", como bien señala admirada Mercedes Milá. Margarita Caules ha donado al Museo de Menorca una colección de prendas y vestidos antiguos confeccionados en el siglo XVIII.
Cuenta que fue regalo de una "gran señora" de Menorca conocida de su padre. "Quiso que las disfrutara yo porque a ella le hubiese encantado tener una hija", explica. Por eso, Caules insiste, que tal y como las recibió entonces, las dona ahora al museo para que las generaciones futuras conozcan un capítulo más de la rica historia de la Isla. "Pasamos por la vida y a ella llegamos sin nada. Hablé con mis hijos y he dado este paso, porque además conservar este tipo de prendas no es fácil. Evitar la humedad lleva mucho trabajo. Tenía que sacarlas al sol de vez en cuando, airearlas, evitar las polillas y colocarlas entre sábanas una a una", explica la delicada y laboriosa tarea, y lo hace paso a paso, con el mismo cuidado y esmero empleado todos estos años para preservar los históricos tejidos.
Una de las valiosas prendas donadas, una chaquetilla cosida al "gipó", está incluso fotografiada y descrita en el libro 'La indumentaria menorquina en el siglo XVIII', editado en 2008 por Damià Bosch, Rut Mont y Anna Serra. El texto indica que el forro es de cáñamo, la mangas redondeadas y los encajes se sitúan en la cintura. El libro explica que la confección de los "gipons" era laboriosa y complicada, como lo demuestra la existencia de un oficio llamado "giponer". Señala al respecto, que en Menorca no hubo tanta especialización y fueron los mismos sastres quienes respetaron las artesanales técnicas de elaboración. Según relata Caules, la curiosidad del "gipó" donado al museo son unos pequeños tejidos añadidos. "Creo que la mayoría de la indumentaria son piezas más de vestir que de diario", advierte. La riqueza étnica e histórica las vestimentas de esta colección ha servido incluso de inspiración al El grupo folklórico Es Rebost para confeccionar los patrones de sus trajes regionales. Vestimentas que se han convertido ya en la memoria viva de todo un pueblo, el menorquín.
Caules explica que la donación al museo incluye dos chaquetillas de "gipó"; una de color marrón forrada de lino tejido a mano y otra de tonos negros. "Esta prenda tiene unos delicados ramos de flores y de ella estaba muy enamorado don Juan Hernández Mora", resalta. También destaca un chaleco de hombre confeccionado en raso de color plateado. "Aún conserva la etiqueta con el nombre de la modista de la calle de sa Ravaleta de Maó que confeccionó la pieza en 1860", apostilla. La colección cuenta asimismo con otra prenda de seda de tonos marrón y puntillas confeccionada a principios del XIX y una delicada sombrilla. "Desgraciadamente es la única que me quedaba de todas las que tenía", se lamenta Caules.