Julio Llamazares, Vegamián (León, 1955), ha estado en Menorca impartiendo un curso sobre literatura y paisaje en Talleres Islados. Desde sus primeras novelas «Luna de lobos» (1985) y «La lluvia amarilla» (1988) hasta sus libros de viajes como «Trás-os-montes» (1998), «Cuaderno del Duero» (1999) o «Las rosas de piedra» (2008), la geografía ha estado muy presente en la obra de este escritor y periodista, quizás porque cuando era niño su pueblo natal desapareció engullido por las aguas del embalse de Porma. Doblemente debutante, Llamazares empieza hablando de su estreno como profesor en la Isla a la que ha venido por primera vez.
«Me ha parecido una experiencia maravillosa. Es el primer taller al que acudo en mi vida. Siempre que me habían invitado a impartir alguno lo había rechazado por mi manera de ser y porque considero que mi formación no es académica. Aunque he escrito toda mi vida, yo estudié Derecho y una cosa es escribir y otra teorizar sobre la literatura. Acepté venir aquí porque no me pidieron que hablara de escritura sino de paisaje y literatura. El paisaje siempre me ha interesado mucho desde el punto de vista sentimental y desde el punto de vista teórico y literario viene siendo el personaje protagonista de todos mis libros. Ocurra lo que ocurra al final, el paisaje lo determina todo. En la literatura, y en la vida.
Algunos de sus libros de viajes son crónicas de caminatas. ¿Escribe andando?
-La mayor parte de lo que he escrito ha sido paseando por la calle o en coche. En realidad la mayoría de las ideas vienen caminando o te sorprenden en algún lugar. Más tarde te sientas y les das forma.
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