La realidad social que azota la Isla es desoladora. Las cifras que baraja Caritas de los primeros nueve meses del año demuestran una vez más que la pobreza es cada vez más extrema, intensa y crónica. Las desigualdades se han intensificado, por lo que la entidad caritativa de la Iglesia advierte que «quien quiera abrir los ojos sobre el escenario de la pobreza, contemplará un panorama devastador».
Caritas Diocesana de Menorca ha atendido hasta septiembre a 1.404 personas, y 423 de ellas han acudido por primera vez. El año pasado, la cifra registrada fue de 1.666, lo que demuestra que si se mantiene la trayectoria de los primeros meses del año y con un previsible desbordamiento de la situación, con la llegada del duro invierno, la cifra se disparará y superará la registrada en 2012.
La entidad sociocaritativa de la Iglesia ha ofrecido hasta el momento 6.673 respuestas porque las familias solicitan cada vez más servicios (alimentos, ayudas para alquiler, colegios, ropa, orientación laboral o formación).
Además, es clara la precariedad en la que viven las personas en riesgo de exclusión social en lo que respecta al hogar. Las familias pobres tienen una media de 3,5 miembros. Esta circunstancia «crea altos niveles de vulnerabilidad que configura, sin duda, una nueva estructura social post-crisis que debería considerarse como grupos de acción prioritaria desde la política social», señala la secretaria general de Caritas, Antònia Florit.
En este sentido, cabe resaltar que una de cada cinco personas que ha solicitado una ayuda a la entidad sociocaritativa malvive en un hogar precario. En concreto, las personas sin techo conforman el 5 por ciento mientras que otro 16 por ciento vive en situación de realquiler. Y es que el desempleo y también la desconfianza del propio sector inmobiliario, así como las garantías exigidas para el inquilino son cada vez más difíciles de salvar, lo que ha expulsado del mercado regular a los más modestos, recluyéndolos a una habitación donde se desarrolla toda la vida íntima de estas familias.