La aparente calma y resignación de Rosbie Early, ciudadana filipina residente en Menorca desde el pasado octubre, esconde una honda preocupación. «Llevo días sin poder dormir y llorando», musita en su idioma, traducido al español por sus compatriotas de la Asociación de Filipinos en Menorca, mezclándolo con palabras en un inglés entrecortado ya que no habla aún español.
Esta joven, oriunda de Buaya, una isla de menor tamaño que Menorca situada próxima a Samar, es la única residente de la comunidad filipina cuya familia vive en una zona arrasada por el supertifón Haiyan el pasado día 8.
Desde entonces poco sabe de sus padres y la mayor parte de los miembros de su familia, de 29 miembros. Uno de sus hermanos, residente en Manila, le ha comunicado que, al parecer, sus familiares han salido con vida del desastre, pero la pequeña isla, que no tiene más medios de transporte que los botes que la unen con el resto del archipiélago, ha quedado prácticamente destruida, sin casas, sin electricidad, sin agua, sin comida, a la espera de la ayuda humanitaria.
Sin contacto
Rosbie se entera de lo que sucede en su país por los medios informativos y las redes sociales. No hay posibilidad de contacto telefónico ni por internet.
A través de Facebook sí puede ver las fotos y los testimonios directos de los amigos que dejó atrás, en Filipinas, cuando el pasado 5 de octubre se trasladó a Europa, para instalarse con su marido, un británico afincado en la Isla, en Menorca. Solo tiene 21 años pero, durante su vida, asegura, jamás había visto un ciclón como el Yolanda.
«En nuestro país hay muchos tifones, la gente llega a estar acostumbrada a volver a empezar, siempre ha sido así en la época del Monzón, pero eran tifones de escala tres, algo como esto nunca se había vivido », asegura la vicepresidenta de la Asociación de Filipinos en Menorca, Emili Sumaya. Junto con el presidente de la entidad, Juan Rupisan, acompaña y presta apoyo a Rosbie, quien apenas ha tenido tiempo de aclimatarse a su nueva residencia cuando ha recibido el mazazo de la devastación de su hogar en Buaya.
La asociación ha enviado dinero a Filipinas como ayuda, en colaboración con Cruz Roja, pero no puede costear el envío de material, «los portes hasta Barcelona son demasiado caros», explican. Además, la entidad prepara un acto para el 6 de diciembre en el Claustre del Carme de Maó, con bailes típicos filipinos y venta de comida, con el fin de recaudar dinero «que será una ayuda directa para la familia de Rosbie». Así, los socios se aseguran que los damnificados recibirán el apoyo desde Menorca, ya que no quieren que la existencia de intermediarios retrase la ayuda.