El Colegio Salesiano de Ciutadella recobró ayer la normalidad tres días después del derrumbe que pudo acabar en tragedia.
La gran mayoría de alumnos regresó a las aulas, tras dos días sin clase, y solo «unos pocos» padres, «cinco o seis» a decir del director Narcís Frígola, se resistieron todavía a dejar que sus hijos volvieran a acceder al interior del edificio.
«Solo una familia ha venido a decirme que éste era el motivo por el que su hijo no iría a clase», comenta Frígola, quien resta importancia a estos «casos puntuales» y confía en que, con el transcurrir de los días, ya no haya bajas.
«Las otras que ha habido hoy (por ayer) son por enfermedad». No es el caso de la delegada de Educación, Maite Torrent, quien se acercó personalmente a dejar a su pequeño.
Las explicaciones ofrecidas la tarde anterior por el arquitecto catalán Lluís Moya acabaron de convencer al grueso de las familias de que, en realidad, no se corre ningún riesgo. «Trabajo en la construcción y afronto la situación con serenidad porque, cuando nos trasladaron a una de las aulas, yo mismo pude comprobar que las vigas están bien», asentía en el mismo patio del colegio uno de los padres. «Se supone que si han abierto es porque todo está en condiciones», comentaba esperanzado otro progenitor.
Unos metros más adelante, una madre se despedía efusivamente de sus dos pequeños, niño y niña, también sin miedo alguno. «Estamos protegidos», decía dirigiendo su mirada a la puerta de acceso al santuario de María Auxiliadora. Y, por si la patrona falla, quedan los técnicos, ayer de nuevo centrados en garantizar la solidez del inmueble y la salvaguarda del más de medio millar de alumnos y profesores del centro.
Fue llegar los pequeños a clase e irse los padres y entrar en acción la constructora local a la que, a lo largo de los próximos días, se ha encomendado el desescombro de las plantas siniestradas. Mientras, el alcalde José María de Sintas se encargaba personalmente de autorizar la actuación y el director del colegio enseñaba las estancias afectadas al administrador provincial de la Comunidad Salesiana, Faustino Gutiérrez.
«Hemos empezado a sacar las ruinas para así dejar paso al futuro proyecto de reconstrucción de las aulas, en el que ya estamos trabajando», apuntó Narcís Frígola.
La propuesta ha sido encargada al doctor en Arquitectura Lluís Moya, el mismo que anteayer dio el visto bueno al reinicio de las clases y cuyas explicaciones contribuyeron a serenar a las familias.
Claro que el Ayuntamiento no se conforma y urge a prevenir. El alcalde anunció ayer la inminente contratación de un arquitecto externo para que, a partir del lunes y por espacio de aproximadamente quince días, lleve a cabo una exhaustiva revisión del estado de solidez estructural de todos los colegios, institutos y escoletes de titularidad pública de la ciudad.
«El Consell Escolar Municipal nos lo ha pedido y, como entendemos lógica su preocupación, vamos a actuar con urgencia», dijo De Sintas. Así, en caso de hallar algún problema en cualquier edificio, se instará a la Conselleria de Educación a que lo subsane.
Es, dice la concejal Auxiliadora Pons, la «máxima prioridad» que tiene ahora el Ayuntamiento. «Queremos que la seguridad de los alumnos esté garantizada en todo momento».