La invocación a la necesaria unidad de España fue la gran protagonista de los discursos pronunciados por el director insular de la Administración General del Estado, Javier López-Cerón, y el presidente del Consell, Santiago Tadeo, en la tradicional recepción celebrada con motivo del aniversario de la Constitución, que ayer cumplía 35 años.
Los parlamentos se enmarcaron así claramente en el debate abierto sobre el proceso soberanista de Cataluña.
El evento, en el que debutaba el actual director insular, contó con la presencia de numerosas autoridades políticas, entre ellas varios alcaldes, parlamentarios y consellers, así como representantes de distintos colectivos y entidades. López-Cerón aprovechó la ocasión para rendir su particular homenaje al coronel Francisco Riva, que pasa a ser, como lo denominó el propio director insular, «un jubilado».
López-Cerón y Tadeo, como es habitual, alabaron el proceso de redacción del texto, las concesiones realizadas entonces, así como su perdurabilidad en el tiempo. Ambos discursos, no muy largos, trufados de citas bibliográficas y pronunciados en castellano, apelaron al espíritu de unidad del que nació y que consolida la propia Constitución de 1978 para rechazar todo intento de división territorial, apoyándose en valores como la solidaridad, la no propiedad de la tierra o la necesidad de afrontar unidos situaciones difíciles como las que ahora se sufren desde el punto de vista económico.
Dentro de las particularidades de cada parlamento, Tadeo destacó el acuerdo alcanzado por el Govern y los consells en cuanto al sistema de financiación de las instituciones insulares, mientras que López-Cerón alabó la labor callada de los voluntarios en distintos ámbitos.
El director insular también quiso agradecer la labor de las fuerzas de seguridad del Estado, que mantiene a Menorca en un nivel alto de bienestar en este sentido.
Unas sinceras palabras de elogio y un sentido abrazo con el coronel Francisco Riva por parte del anfitrión dieron paso a la parte más distendida del acto de aniversario, con brindis copa de cava en mano, corrillos y un aperitivo modesto pero nada despreciable.