Lima acogerá en el verano de 2019 los XVIII Juegos Panamericanos, en los que competirán deportistas de veintiún países en cuarenta disciplinas diferentes. El poder de atracción de un evento deportivo de estas características genera la necesidad de unas infraestructuras que requieren mano de obra cualificada. Así, ingenieros como el mahonés Antonio Chavero han hallado en Perú un nuevo El Dorado, en lo que a trabajo se refiere.
Mientras el panorama económico sigue siendo sombrío en Europa, «Perú dispone ahora de mucha 'plata' para invertir», asegura este menorquín desde tierras americanas, pero necesita de profesionales «que puedan desarrollar con éxito y garantías» esa inversión.
¿Perú es una economía que está en pleno despegue?
- Creo que Perú se ha reconciliado con la civilización porque, hablando con los compañeros de trabajo, me contaban que la vida a final de los noventa fue muy dura aquí. Existía el toque de queda y el terrorismo atemorizó la vida diaria de los limeños. Hoy día Perú es un país de magníficas oportunidades, dispone de materias primas, fuentes de energía y poco a poco va desarrollando conocimiento, todo ello asegura un crecimiento sostenido durante 20 años.
No hace mucho que ha llegado a Lima, el pasado abril, ¿por qué decidió instalarse en esa ciudad?
- Salí de Menorca, como tantos otros, para estudiar en Barcelona, una ciudad que me acogió bien, allí hice muchos amigos y empecé mi vida laboral. Pero después llegó la crisis, el mal ambiente y el trabajo se acabó. Un buen número de compañeros dejamos de ser 'competitivos' puesto que el mercado había ajustado salarios.
Y fue entonces cuando decidió poner tierra y agua de por medio...
- Sí, a través de conocidos me ofrecieron un puesto de trabajo en Perú, en una ingeniería española. Aquí se estaba desarrollando un importante proyecto de inversión pública para dotar de infraestructuras deportivas, que sirvieran para albergar competiciones internacionales. Entonces, me decidí a probarlo. Primero llegué yo, para hacer una prospección, y al mes de llegar, ya convencí a Alicia, mi mujer, para que me acompañara. Y así nos instalamos aquí, con nuestro hijo Álvaro.
¿De qué proyecto se trataba?
- Yo vine para colaborar con las infraestructuras deportivas que se debían construir para los XVII Juegos Bolivarianos Trujillo 2013, que se celebraron el pasado noviembre. Son unos juegos regionales de la comunidad de países bolivarianos (Perú, Colombia, Venezuela, Panamá, Ecuador y Bolivia).
Ahora, como Lima organizará los XVIII Juegos Panamericanos -hablamos de la tercera competición más televisada del mundo, después de las Olimpiadas y el Mundial de Fútbol-, también estoy colaborando en la remodelación de la que será la Villa Deportiva Panamericana, que incluye la construcción de un velódromo.
Así que su aventura peruana continuará todavía un tiempo...
- Seguramente estaré aquí como mínimo hasta principios de 2015 y después ya nos lo plantearemos. Hay que pensar en la familia y para entonces Álvaro, mi hijo, ya tendrá que empezar la escuela. Parece algo simple, pero el hecho de que el curso escolar aquí vaya de marzo a diciembre hace que debas planificar la matrícula con mucha antelación.
¿Encuentran muchas diferencias con la vida en España?
- Nuestro día a día no es diferente de la vida en cualquier lugar del mundo. Salgo a trabajar cada mañana, regreso a comer a casa -un lujo no disponible normalmente en grandes ciudades-, y vuelvo después. Hemos vivido algunas anécdotas, parece mentira pero, aunque tengamos una cultura muy similar, las cosas son diferentes.
Pónganos algún ejemplo...
- El idioma. Muchos términos no tienen el mismo significado y eso provoca confusiones graciosas. Por ejemplo «ya» para nosotros es ahora, de inmediato, pero aquí en Perú significa vale o de acuerdo. Al principio cuando hablaba por teléfono con un peruano le preguntaba ¿te envío el informe? y él respondía simplemente «ya», y lo repetía varias veces, «ya, ya, ya...» y yo lo dejaba todo, corría y lo enviaba, cuando lo que quería decir es que estaba de acuerdo.
Y luego están los taxis, aquí no tienen una tarifa establecida por trayecto, debes negociarlo antes de subir a uno y empieza el regateo. Es curioso, la calle está llena de gente hablando con taxistas que detienen el tráfico.
Y en su entorno laboral, ¿cómo se recibe a los profesionales, a los técnicos españoles?
- En el trabajo la gente no entiende nuestra posición, porque es muy difícil siendo de fuera, decir a alguien cómo crees que debe hacer las cosas. Además, creo que existe cierto resquemor frente a los españoles, por lo que hicimos en el pasado y no tan pasado.
A veces, la imagen que damos al mundo en nuestro país no es precisamente la más adecuada en el trato a los inmigrantes. Y eso quien lo nota es el emigrante español. Además mucha gente tiene familiares en España y son conscientes de que lo pasan mal, saben que las cosas no están muy bien. La realidad es que, según datos oficiosos, existen más de 75.000 españoles en Perú, básicamente inversores, técnicos cualificados y cooperantes.
En lo profesional, ¿están bien considerados?
- Profesionalmente ayudamos como consultores en lo que sabemos hacer y en lo que tenemos mucha experiencia. Los ingenieros españoles en el pasado reciente, anterior a la crisis, pudimos gestionar mucha inversión (fondos de cohesión europeos, infraestructuras turísticas, boom inmobiliario) y con un nivel de éxito más que aceptable. Estamos acostumbrados a ello. Así nos ven en muchas partes del mundo y además, por mucho que se insista a veces en la prensa, sí somos competitivos globalmente sin necesidad de bajar sueldos.
¿A qué se refiere cuando habla de pérdida de competitividad? ¿Cuáles son los problemas que afronta su profesión?
- Todavía no contamos con una homologación de nuestra titulación al Grado de Maestría internacional y eso probablemente es lo que hace que perdamos muchas oportunidades injustamente. Es una polémica que nos deja el Plan Bolonia que parece poco trascendente, pero que influye en el momento en que nuestras empresas buscan oportunidades internacionales y postulan en concursos públicos.
Estamos bien preparados, pero nuestro título se iguala a un Grado y perdemos puntuación. Es algo que nuestros políticos deben resolver para facilitar la internacionalización de la profesión.
Ya en el ámbito personal, ¿cómo se ha sentido acogido?
- Lima realmente es una ciudad, de entrada, un poco hostil y de muchos contrastes. Existe mucho tráfico, mucha gente, y los lugares en los que te puedes mover distan mucho unos de otros. Pero después de unos días, conseguí adaptarme muy bien.
Lima te conquista por su gente y su gastronomía. Todo el mundo es muy amable, y acogen a los extranjeros mejor de lo que me esperaba. Los peruanos siempre dicen que a los españoles nos gusta comer bien y por eso, aquí nos quedamos.
¿Es un buen lugar para amantes de la cocina?
- Perú volvió a ganar en 2013 el premio al Mejor Destino Gastronómico del Mundo por la World Travel Awards y no es por casualidad..., el ceviche, la causa, los tiraditos, el pulpo a la brasa... pueden conquistar al paladar español más exigente.
Con esos platos se debe combatir bien la añoranza...
- Yo personalmente añoro mucho comer gambas de Menorca. Son muchas las cosas que llegas a añorar, tus amigos, la familia... pero después del tiempo que llevamos aquí, parece mentira pero una de las cosas que más echo en falta, aunque parezca contradictorio, son la lluvia y el sol.
¿Todo a la vez?
- Es que son pocos los días que luce el sol aquí. Lima tiene un microclima que no corresponde con su latitud tropical. Siempre hay una niebla o garúa que invade de cierta melancolía la ciudad. La corriente de Humboldt enfría la costa y los Andes tienen gran culpa de ello. Así que parece que va a llover y nunca llueve. En cambio la humedad relativa es superior al 80 por ciento. Esto hace que el suelo, las fachadas, los coches, no luzcan impecables, por tanto, si hay algo que añoro realmente de Menorca es el paisaje, ese azul intenso que enlaza cielo y mar.
También se echan en falta algunas costumbres, como el concepto de bar donde te encuentras con los amigos, que aquí no existe.
¿Piensa en regresar?
- Siempre pienso que en el futuro tendré alguna oportunidad para regresar a Menorca. Creo que debe haberla, de algún modo. A veces me entristece el hecho de que mi hijo no pueda disfrutar de la infancia que yo tuve en la Isla.